12.
Compendio De La Filosofía Védica
Creemos que todo el compendio de la filosofía Védica que ha soportado la
prueba del ácido de la crítica racional puede resumirse en una de sus
afirmaciones clásicas. Puede darnos la clave para entender toda la
literatura Védica, además de gran parte de la actual. Presta atención:
Ekam sat vipra bahudha vadanti.
Significa: "Lo que existe es uno; los sabios le dan nombres distintos".
Se escribió por primera vez probablemente hace diez mil años. Se halla
entretejido por toda la filosofía hindú como un hilo de oro. Enseña no
sólo que hay unidad en el Ser Supremo, sino también en todos los hombres
y en toda vida. En efecto, todo lo que vive es una misma vida, una en
origen, una en esencia, y esa esencia está penetrada y vitalizada por el
único espíritu universal. En ese uno es donde todas las cosas viven, se
mueven y tienen su ser.
Si la filosofía hindú no hubiera hecho nada más que dar al mundo esta
única afirmación, con eso hubiera justificado su existencia. Ha
modificado el pensamiento filosófico desde los tiempos prehistóricos
hasta nuestros días. De ella ha salido el monismo moderno, que está
afectando tan profundamente a todo el pensamiento reciente. Hasta que no
veamos en el mundo más que lo infinito, continuarán estorbando nuestro
sendero y molestándonos todos los males de que se quejan los hombres.
Haremos muchas distinciones y el egoísmo tendrá precedencia sobre el
altruismo. Solamente en el Señor, en el Espíritu, en la misma corriente
de la Vida, llegaremos a tener la certeza de que todos somos uno. Cuando
toda nuestra conciencia se mezcle en esta Corriente Divina no veremos
nada más que esa luz y no oiremos nada más que esa música. Llegaremos a
hacernos uno con ella. Hasta que veamos al Amado y oigamos las
encantadoras melodías del "Sonido que todo lo abarca", vagaremos por el
universo como un cometa que se salió de su ruta.
Hasta que no Lo veamos y Lo oigamos en todo, incluso en el mal, no
existirá la perfecta unidad para nosotros. El auténtico corazón de esta
doctrina de unidad es el amor. El amor es el pegamento divino que une a
todas las cosas vivientes, hasta formar un templo de luz. Mientras más
alto vayamos en los mundos interiores, más evidente se hará esta unidad.
Sentándose en Sat Desh, la región suprema, contempla uno al Rey de reyes
y dice: "Yo soy Él". El amor es el lazo sagrado que mantiene juntos a
todos los mundos. Es una lástima que los individuos se hagan la guerra
unos a otros ciega e ignorantemente.
Al lado de este sublime concepto que enseña la unidad de todo lo que
existe, hay otra expresión Sánscrita que resume en tres palabras toda la
filosofía de nuestro parentesco con cuanto vive. Ofrece una base
filosófica para el amor universal, borrando las distinciones. Prepara la
mente para entrar en el Sendero. Es: "Tat twam asi". Significa "Tú eres
eso". Su concepto fundamental es idéntico al de la otra expresión citada
anteriormente. Tiene un doble significado real. En primer lugar,
significa que este individuo es ese individuo, sin distinción. En
segundo lugar, expresa que cada individuo es el Señor Supremo.
Hay un punto en los viajes ascendentes del estudiante de los Maestros en
que se contempla la belleza y grandiosidad de uno de los más grandes
Señores de los mundos superiores. Su nombre es Sohang. Cuando lo ve el
estudiante, llega hasta la consciencia con un gozo abrumador: "Yo soy
Eso". Éste es el significado de la palabra Sohang. En ese momento de
sublime percepción de la realidad, el estudiante sabe que él y el
Supremo son uno. Esto es puro Sant Mat, pero se encuentra un eco
distante en los Vedas.
Apenas sí era necesario que Spinoza ampliara esta Verdad Básica. Toda su
filosofía no fue sino una tesis fundada en ese antiguo texto. Éste
abarca la idea original de todas las modernas disertaciones sobre la
unidad de las cosas. Es la madre legítima de la doctrina universal de la
hermandad del hombre y de la paternidad universal de Dios. Si todos
surgimos de un sólo Dios y todavía somos uno en Él tenemos que ser
hermanos muy unidos. Si todos los hombres tuvieran presente ese ideal de
oro, nunca se habrían perseguido o buscado destruirse unos a otros.
Y éste es, hoy en día, uno de los nobles preceptos de los Maestros. Yo
soy lo que sea mi hermano, bueno o malo. Si volcamos en este sublime
concepto la corriente de amor universal, el mundo en sí mismo llegará a
ser un paraíso. Todo lo que este viejo mundo padece hoy es falta de
amor, pero los hombres lo olvidan y por eso sufren. Como se dijo en otra
sección, cuando los hombres se vuelvan hacia el camino del amor cesará
el sufrimiento.
Todos los sistemas Vedantas están de acuerdo en tres cosas. Primero,
creer en Dios o en los dioses. Segundo, que los Vedas constituyen el
mensaje revelado por Dios o por los dioses. Y tercero, creer en los
ciclos de la historia del mundo.
Los Vedas se dividen en dos partes, dos corrientes que circulan a través
de los cuatro Vedas: El Karma-Kanda o parte del trabajo y la Jnana-Kanda,
la parte del conocimiento. Ésta es Gian Marga, o sea, el yoga del
conocimiento. Los Upanishads pertenecen a la parte del Jnana Kanda.
Pretenden proporcionar iluminación. Se llaman también Aranyakas, o los
libros del bosque.
El yoga del trabajo, así como el del conocimiento, se enseña en los
Vedas, pero al yoga de la devoción, al Bhakti-Marga, no parece que se le
dé el énfasis suficiente. El Bhakti-Marka, cuando se le vitaliza con el
Nadabindu, el divino Shabd, es el yoga supremo de los Santos. Es su
Sendero para volver a casa.
Los Vedas enseñan otra cosa de gran importancia, una ver-dad vital: que
todos los hombres deberían buscar y saber algo, con cuyo conocimiento
sabrían todo lo demás. ¿Qué es? El yo interior. De ahí la importancia
del precepto "Conócete a tí mismo". Los Vedas ofrecen un símil muy
hermoso:
Las multitudes son como millones de gotas de rocío, en las cuales se
refleja un único sol. Indecibles millones de ellas, pero solamente un
sol. Así es nuestra relación con el Eterno.
Vale la pena mencionar aquí la idea Védica de la creación. En sánscrito,
la palabra que comúnmente se traduce como "creación" es exactamente
"proyección". Los antiguos sabios no concebían que algo fuera creado de
la nada. El Ser Supremo se proyecta a Sí Mismo en forma y en sustancia
material. Por consiguiente, Él permanece en ello, en su vida y esencia.
Todo lo que existe es, por lo tanto, una unidad en el ser universal,
estando todavía en todo y siendo su sustancia y esencia. En las cosas
materiales, esto significa que sus vibraciones bajan hasta el plano
material para poder manifestarse sobre ese plano.
Esto se ilustra con el fenómeno de la mente. Manas, Buddhi, todos los
elementos de la mente, son simplemente la proyección de la Mente
Cósmica, el Mahat. Este Mahat se manifiesta entonces en vibrante
pensamiento. Nada nuevo es creado nunca, excepto en cuanto a forma. Su
sustancia es tan eterna como el creador mismo y la esencia creativa
fluye a través de todo.
Los Vedas enseñan que, desde una piedra hasta el intelecto, todo es
producto de una sustancia, Akash. La diferencia solamente existe en los
grados de finura o densidad de sus manifestaciones. Así como solamente
hay una sustancia de la cual están hechas todas las cosas en el universo
material, también hay sólo una fuerza primaria de la cual se derivan las
restantes fuerzas. Su nombre es Prana. El Prana, actuando sobre Akash,
produce todas las formas. Para controlar todas las fuerzas y materias de
la naturaleza solamente hay que conseguir el control sobre el Prana, la
fuerza primaria. Ahí reside uno de los grandes secretos del yogui. Sin
embargo, ése es solamente la mitad del problema: para obtener el control
sobre el Prana hay primero que ganar el control de la propia mente. En
eso radica el secreto de los secretos. Éste es el orden de la
Naturaleza.
La mente es superior a fuerzas y sustancias materiales. La mente
controla todo lo demás. De hecho, es el poder motriz primordial a través
de toda la naturaleza. Nosotros no lo apreciamos como mente porque no
tenemos la capacidad de verla en acción. Es como la electricidad:
podemos observar solamente sus manifestaciones y no la cosa en sí. La
mente lo controla todo, pero debe actuar a través de un agente, un
intermediario. Hay muchas de estas sustancias y fuerzas intermediarias,
en una serie gradual desde las más sutiles hasta las más burdas. Al
final,
hemos llegado a la electricidad (*) , muy abajo en la escala. Sin
embargo, es la más alta de la serie que la ciencia ha podido atrapar y
manipular para su propio uso.
(*)Aquí el Doctor Johnson se está refiriendo a Partículas y Campos en la
terminología actual.
La ciencia está ya muy cerca de probar que la electricidad es la
sustancia dentro de la que todas las demás se resuelven, concluyendo
todo en protones y electrones. Pero el punto práctico para nosotros es
que, si deseamos controlar las fuerzas del mundo material, debemos
empezar por el control de la mente. Alcanzando un completo dominio sobre
la mente, podemos dirigirla hacia el Prana. Controlando el Prana, lo
forzamos a manipular las sustancias inferiores, con las cuales tenemos
que tratar. Entre ellas, la primera que aparece ante nuestra vista, esto
es, que es visible en sus manifestaciones, es la electricidad.
Dominándola, podemos jugar con las fuerzas de la naturaleza como
queramos. Y éste es el secreto de todos los milagros. Han habido cientos
de Yoguis o Mahatmas de diferentes grados en cada época del mundo que
han podido hacer lo que se llaman milagros. Cualquier Maestro puede
hacerlos. Guru Nanak dice: "Conquista la mente y conquistarás el mundo".
Y ésta es una verdad conocida por todos los que han hecho algún avance
en el Sendero. La práctica del verdadero yoga despierta los poderes
latentes de cada uno: poderes que todos poseen, pero que yacen
adormecidos en la mayoría de la gente. Cuando se despiertan por
completo, dichos poderes capacitan al individuo para trascender los
límites de la razón y de la percepción de los sentidos. Esto da una idea
del valor del verdadero yoga. Herman Keiserling dice: "Es asombroso que
el esclarecido occidente no haya hecho que el estudio del yoga forme
parte de los cursos de aprendizaje en las escuelas públicas".
Todo estudiante atento sabe que uno de los más grandes inconvenientes
para progresar es la falta de habilidad para concentrarse en la tarea
que se tiene entre manos. El yoga enseña a la gente a concentrarse. La
mente, por lo común, es como un estanque de agua agitado violentamente
por los vendavales; tormentas de pasión, de deseos, de deberes que
cumplir, de cientos de cosas que demandan nuestro tiempo, de un inquieto
y apresurado ir y venir, de irritaciones, ansiedades, preocupaciones y
otros miles de enfermedades de la mente. La concentración la sana; no te
dejes engañar imaginando que te concentrarás cuando hayas hecho que las
circunstancias se acomoden a tu conveniencia. Ese momento no llegará
nunca. Pero si te concentras desde el principio, las circunstancias se
acomodarán pronto a tu interés. Prácticamente no hay límites para lo que
puede lograrse por medio de la concentración.
13. El Yoga de Patanjali
El que sigue a continuación es el
sistema de yoga de acuerdo con la interpretación Patanjali de los Vedas.
No es parte del sistema de los Maestros pero, puesto que es muy conocido
por los estudiantes de ocultismo de todos los países orientales,
deseamos ofrecerlo aquí, simplemente como estudio. No obstante, debemos
advertir a todos los estudiantes que no intenten usarlo, salvo bajo la
dirección de un verdadero yogui. Tiene sus peligros. Se da en ocho
niveles, como sigue:
1. Yama—Prohibición. No matar ni animales ni hombres; sinceridad,
honradez, continencia, no aceptar regalos sino dar libremente a todo el
que lo necesite.
2. Niyama—Purificación interna y externa, estudio, adoración.
3. Asana—Sentarse en la postura apropiada, el cuerpo recto y la mente en
completo reposo.
4. Pranayama—El control del Prana, la fuerza vital. Los antiguos yoguis
por lo general lo llevan a cabo principalmente por medio del control de
la respiración, junto con el ejercicio de la voluntad. El resultado de
la práctica perfecta del Pranayama es Udghata, el despertar del
Kundalini. Los yoguis han hecho mucho énfasis sobre este punto; los
Maestros hablan muy poco de él, excepto para prevenir a los estudiantes
en contra de la manipulación de fuerzas que no hayan dominado. El
Pranayama no forma parte del sistema de los Santos y no lo recomiendan.
Los Maestros consiguen todos sus resultados benéficos de otro modo, como
se mostrará más tarde en este libro. Kumbhaka se obtiene restringiendo
el Prana por la concentración en objetos internos y externos. Se supone
que elimina todas las cubiertas de chitta y proporciona una visión
concentrada.
5. Dharma—Concentración perfecta de la mente, atrayéndola hacia un sólo
punto y luego, sosteniéndola ahí, mantenerla concentrada. Los Maestros
ponen mucho énfasis en esto.
6. Pratyahara—Retirar enteramente la atención de todos los objetos
externos de los sentidos y luego dirigirse hacia el mundo interior. Esto
significa, en el lenguaje de los Maestros, "cerrar las nueve puertas".
Es como entrar en un cuarto y luego cerrar todas las puertas y ventanas
para evitar interrupciones del exterior. La mente se tranquiliza al
retirarse del mundo de los sentidos. Entonces está lista para el
siguiente paso.
7. Dhyana—Sostener la mente en contemplación fija sobre algo. Puede ser
el Maestro o cualquier otro objeto, pero en el sistema de los Santos es
solamente el Maestro.
8. Samadhi—Ir más allá del mundo de los sentidos y entrar en la región
de la realidad interna, es decir, en algún plano superfísico de
conciencia. Estando ahora insensible el cuerpo, la mente y el espíritu
se elevan a un estado de superconciencia. Samyam es un estado exaltado
de Samadhi, en el cual la conciencia se da cuenta sólo del significado
interno de las cosas. En este punto es donde el estudiante se adentra en
los misterios ocultos del universo. Todo el mundo se vuelve entonces
claro como el cristal y el conocimiento se manifiesta desnudo ante el
todo. Esto es puro Samyam. Pero hay un estado de conciencia aún más
alto. Se llama Nirvikalpa, ese inmutable estado de la mente en que se
eleva por encima de todas las mutaciones del tiempo y ella misma no
cambia nunca más, poseyéndolo todo. Esto es lo más lejos que llega el
yogui con los Vedantistas.
En el Sendero de los Maestros el estudiante se eleva, por encima del
Nirvikalpa, hasta un estado donde aun la mente misma se descarta, porque
ya no sirve, y el alma pura, sin estar encadenada a ningún instrumento,
lo sabe todo por percepción directa. No obstante, éste es un estado al
que se accede cuando el alma trasciende toda materialidad, aun más allá
de la misma mente cósmica.
En el camino hacia metas superiores, hay un estado exaltado de la mente
sobre el cual los Vedantistas ponen mucho énfasis. A ese estado se llega
cuando la mente no es perturbada por ninguna oposición ni por ninguna
maldad. Si es atacada, se mantiene imperturbable, calmada como las aguas
tranquilas. No hay entonces ninguna clase de resistencia ni antagonismo,
ni siquiera de pensamiento, ni odio, miedo o ira. Ninguna ondulación en
su calmada superficie. A este exaltadísimo estado de la mente le llaman
los pundits Titiksha. Pero en la práctica real es muy difícil de
alcanzar antes de obtener el grado de Maestro. Para el yogui ordinario
es, en su mayor parte, teórico.
El estudiante es enseñado por los Vedas y también por los Maestros a
practicar viveka: "discriminación". No obstante, hay un altísimo grado
de discriminación que no se logra sino hasta que el alma ilumina el
Buddhi. Cuando la facultad ordinaria de discriminación se anima con los
rayos directos del espíritu, generalmente decimos que se trata de
intuición. Pero cuando este proceso se lleva a la perfección y la mente
está completamente iluminada por el espíritu, entonces los pundits lo
llaman nityanitya viveka, queriendo indicar que es un grado de
discriminación más allá del cual ya no hay nada más que ver. Los poderes
ordinarios de discriminación de la mente, el buddhi, no pueden elevarse
a la misma altura que alcanzan cuando son inflamados por el espíritu
mismo. El sicólogo occidental puede llamarlo "razón combinada con
intuición", pero se trata simplemente del buddhi, el intelecto, avivado
por el espíritu hasta un grado inusual. Sólo unos pocos individuos
tienen ese don antes de entrar en el Sendero.
El perfecto nityanitya viveka apenas sí puede alcanzarse hasta que el
alma está libre de todo lo que la envuelve y puede obrar por percepción
directa. Este estado puede comenzar cuando aún la cubre una película de
mente. El alma alcanza la verdadera pratyaksham, -la percepción directa
y el verdadero saber—, solamente cuando ha trascendido esa esfera en que
la materia oscurece su visión. Esto nos conduce algo más allá del campo
de los Vedas. Las regiones del espíritu puro, allende toda mente y
materia, son desconocidas para ellos. Sólo los Maestros las conocen.
Hay un grado de iluminación espiritual que llega al individuo únicamente
como resultado de la pureza. El mundo ha visto muchos personajes así.
Llamémosles Santos nacidos por naturaleza, aunque no son verdaderamente
santos en el significado técnico de este término. Cuando una persona no
tiene nunca un mal pensamiento, ni se ocupa de las cosas del mundo de
los sentidos, ni desea ninguna sensación agradable para su propio solaz,
esa persona alcanza espontáneamente un grado de iluminación espiritual
llamada por los pundits Pratibha. Ésta es la luz del genio supremo, el
gran poeta, el gran artista, el gran filántropo. Pero ellos nacieron
así, no se hicieron por su propio pensamiento.
Las clases arriba mencionadas están relacionadas muy de cerca con
aquéllos de quienes se dice que irradian una luz y una sabiduría llamada
Dharma Megha. El alma parece estar revestida de luz y de virtud. A esto
se le ha llamado una "aureola de santidad". Un alma así de grande va
cubierta de ese manto de gloria dondequiera que vaya. Pueden verlo todos
los que gocen de visión astral. Pero estas personas escasean.
Ahimsa es la actitud de la mente que hace imposible, para aquél que la
posee, causar voluntariamente ningún dolor de ninguna índole, ya sea
mental o físico. Es una virtud muy noble y un decisivo paso adelante en
el Sendero. El que lo haya alcanzado está cerca del Reino.
Abhava es esa forma de yoga en la cual el yogui se ve a sí mismo
anulado, sin tener ninguna virtud recomendable, vacío de toda vanidad.
Esto es bueno, pero es una virtud negativa. Sólo sirve para purificar el
recipiente, pero no lo llena de nada.
A continuación aparece un yoga superior aún, llamado Mahayoga. Significa
un estado más exaltado de la mente, en el cual el yogui se ve a sí
mismo, no meramente como nada, sino como uno con el Ser Supremo, libre y
dichoso. Debe obtenerse mientras se fomenta la más perfecta humildad; de
otro modo es inútil pensarlo.
Hay tres conceptos que sería bueno entender: Desa, Kala y Nimitta:
espacio, tiempo y causa. Es la composición y el orden del universo.
Puede que otros y superiores universos no conozcan tales limitaciones.
Es bien conocido por los Maestros que, en las más altas regiones, tanto
el tiempo como el espacio desaparecen automáticamente. Esto vendría a
demostrar que son simplemente limitaciones de los mundos materiales. En
esos mundos superiores todos los sucesos y las cosas que vemos en el
tiempo y en el espacio se muestran siempre presentes ante el observador.
Entonces desaparecen dos de los grilletes que nos encadenan aquí. En el
tiempo y en el espacio no hay realidad absoluta. Son, sencillamente,
nuestro método de separar las cosas y los acontecimientos. Pero, cuando
somos libres, esas limitaciones desaparecen naturalmente. Cuando el alma
tiene toda la sabiduría y todo el poder y es, por sí sola, la esencia
misma del amor, ¿qué es lo que puede limitarla? El tiempo y el espacio
son limitaciones. El alma libre es ilimitada. Por consiguiente, para
ella no hay tiempo ni espacio. Es una con el Supremo. Esta unidad
consciente es, por lo tanto, la base de la más perfecta libertad y del
gozo más cabal.
Hemos proporcionado unos apuntes extremadamente breves de los puntos
sobresalientes de la filosofía Hindú y las partes que consideramos más
valiosas del Sendero de los Maestros. No nos hemos preocupado de
aquellos fragmentos especulativos que no tienen valor práctico para
nosotros. Hemos ofrecido aquellas secciones, aquellas gemas del
pensamiento, que coinciden más íntimamente con las enseñanzas de los
Maestros. No lo hemos hecho para arrojar luz sobre dichas enseñanzas,
sino para facilitar una evidencia que las corrobore. La ciencia de los
Maestros no contradice ni niega ninguna de las buenas cosas de las
antiguas escrituras; simplemente ofrece luz adicional. Acepta lo que ha
sido comprobado como cierto en los antiguos sistemas y luego lo usa como
escalones para elevarse.
14. La Religión Judía
El pueblo Judío tiene una historia única y peculiar. Abraham, su hijo
Isaac y su nieto Jacob fueron los fundadores del judaísmo. Abraham era
caldeo de nacimiento, de la ciudad de Ur. En ese tiempo, la ciudad de Ur
era notable por sus especulaciones filosóficas, su astrología y sus
ciencias ocultas. El Judaísmo fue tomado, casi por completo,
absorbiéndolo de la gente entre quienes vivieron. Fue reconstruido y
modificado por ellos hasta llegar a lo que ahora se conoce por Judaísmo.
El mundo, especialmente el mundo Cristiano, no parece entender que la
religión Judía fue tomada casi en toda su estructura de religiones
paganas. La religión Judía es tan pagana como el Brahmanismo. Nació del
paganismo pero, desde nuestro punto de vista, eso no la desacredita en
absoluto. Todas las religiones evolucionan de aquellos que estaban
existiendo en su cultura con anterioridad a su surgimiento. Pues aspiran
a llenar las necesidades de un tiempo y las necesidades de un pueblo no
cambian radicalmente de la noche a la mañana. Una religión usualmente
absorbe en su estructura y su doctrina aquellos elementos de las
religiones precedentes que aún son relevantes al pueblo que sirven y la
esencia pasa de una religión a otra. La verdad no pertenece a ninguna
raza, ni país, es universal.
En un principio, los Judíos eran pastores, que vagaban recorriendo las
tierras entre Babilonia y Siria. Creemos que Abraham había absorbido
algo de la Sabiduría Oriental y la había combinado con la forma aceptada
de ese entonces de adoración, por medio de sacrificios a la deidad de su
pueblo, Yahveh o Adonai. En aquellos días las prácticas religiosas en
todo el mundo eran primitivas en forma y chorreaban de sangre animal.
Parece haber algo hondamente arraigado en la consciencia humana, que
siempre la ha conducido a hacer sacrificios sangrientos. ¿Qué es?
Indudablemente, se trata del reconocimiento subconsciente de que el
pecado debe ser expiado o, en otras palabras, que deben pagarse todas
las deudas. Y eso no es, ni más ni menos, que la doctrina India del
karma. El karma no es más que la práctica del sacrificio reducida a una
ley fija de la naturaleza. Las tribus primitivas no podía generalizar
tanto. Solamente sentían que tenía que hacerse algo para pagar la deuda.
Reducida al mínimo la ley del karma, no es otra cosa que eso.
El sacrificio, en alguna de sus formas, aparece en los Vedas y es
concomitante a las primeras formas iniciales de religión. En resumen, es
un reconocimiento casi universal del hecho inflexible de que la
naturaleza demanda un pago total por todo. Pero la gran equivocación del
hombre ha sido imaginar vanamente que puede escapar del pago con un
truco o subterfugio, como es el de ofrecer un sacrificio en su lugar,
pagando por poder. Los primeros hombres trataron de engañar a la
naturaleza con una astuta treta de sustitución. Solamente en la infancia
de la raza podía haber entrado un pensamiento así en el cerebro humano.
Pero aquellos astutos hombres sólo se engañaron a sí mismos.
Ciertamente, no pudieron engañar a la naturaleza ni al Señor de la
Justicia. Este ingenuo plan no solamente dejó de cumplir su propósito,
sino que añadió culpa al pecador. En vez de cancelar su deuda, la
duplicaba. Funcionaba al contrario. Sacrificando animales o seres
humanos por los pecados de los vivos, se cometían nuevos pecados y se
incurría en más deudas. En lugar de deshacerse de compromisos pasados,
el sacrificio aumentaba sus débitos. Su carga de karma se hacía más
pesada, en vez de aligerarse.
Abraham era un patriarca pastor entre las tribus errantes de Amoritas,
de origen caldeo. Pero nosotros sólo estamos interesados aquí en la
religión Judía. Esta religión está tan mezclada en su origen que es
difícil seguir su rastro. Antes de la cautividad de Babilonia no estaba
muy bien definida. Alrededor de 600 años A.C., los Judíos fueron
llevados prácticamente como cautivos a Babilonia. Durante los setenta
años siguientes, al contacto con la filosofía y la cultura de sus amos,
absorbieron sus costumbres y su modo de vida más refinado. Antes de
regresar a su patria, bajo el bondadoso gobierno de Ciro, ya se habían
convertido en gente muy distinta. Y aquí hay un punto de extraordinaria
significación histórica, especialmente para los cristianos. Puesto que
la religión Cristiana era y es tan plenamente un Judaísmo reconstruido,
tiene que ser interesante conocer que el Judaísmo mismo fue en gran
parte derivado de la religión y cultura Babilónica. Podíamos dar todavía
un paso más hacia atrás: la visión de mundo Babilónico fue fundada en
las enseñanzas del noble Zoroastro, con algunas modificaciones. Así es
como, por línea directa, la religión Cristiana, tal y como encontró su
camino en la historia, puede ser vista como una modificación del
Zoroastrismo, con la figura del Cristo tomando el papel del cordero
sacrificado, aunque, el sacrificio, con excepción de una vida pura y
consagrada, no formaba parte de las enseñanzas de Zaratustra. Si los
teólogos y los historiadores cristianos se resienten con esta
afirmación, harían mejor en examinar la historia más detenidamente. Como
prueba adicional, se encontrará que el puro y ortodoxo Judaísmo, el
original, tiene un gran parecido con las enseñanzas de Zoroastro, como
se encuentran en el Zend Avesta.
Los Judíos reconstruyeron su ciudad santa, Jerusalén, y comenzaron una
nueva vida, estimulados por la cultura, reavivados por nuevos ideales.
Por primera vez en la historia, algo parecido a la unidad nacional les
hizo congregarse como un pueblo que poseía atributos raciales. De ahí en
adelante, tres embriagadores puntos morales y políticos estimularon la
actividad judía: 1) La promesa hecha a Abraham por Jehová de que
exaltaría a los Judíos sobre todas las naciones, dándoles el imperio
mundial. De que dominarían a todas las demás naciones gobernando al
mundo. 2) Jehová, a quien en un principio consideraban la primera deidad
de entre las varias deidades de la tribu, fue ahora proclamado Dios de
dioses y, con el tiempo llegó a ser concebido como el único Dios. Pero
esta noción tardó siglos en llegar a cristalizarse y con ella vino la
convicción de que los Judios eran el pueblo escogido de Dios. 3)
Finalmente, creyeron que un gran salvador, un Mesías, aparecería pronto
para conducir al pueblo escogido hacia el cumplimiento pleno de todo lo
que Jehová había prometido. Esta acariciada visión del imperio del mundo
para el pueblo escogido no podía haberse realizado de ninguna otra
manera. Pero, aun ahora, después de tres mil años de cansada espera,
aparentemente hay menos y menos probabilidades de que esas promesas se
cumplan. Las ilusiones nacionales están dotadas a menudo de una gran
longevidad.
Sólo hay una cosa aquí que nos interese acerca de la religión Judía: las
enseñanzas esotéricas de sus sagradas escrituras. En el Talmud y en la
Torá, de las cuales se extrajo el Pentateuco de la Biblia, hay rastros
de las enseñanzas de los Maestros Orientales. Dicen que hay un
significado esotérico en cada capítulo, (algunos afirman que en cada
frase), que es incomprensible para el lector ordinario. Solamente los
iniciados podían entender ese hondo significado. Escapaba por completo
al lector casual. Tampoco estaba destinado para ellos. La mayoría no era
capaz de comprender y, sin embargo, habían de preservarse los tesoros
para los que fueran dignos de ellos. En esas enseñanzas escondidas hay
muchos reflejos del Shabd de los maestros Indios y también un bosquejo
más o menos claro del método de concentración por medio del cual el
estudiante podía penetrar en el Reino interior de la luz.
Un hecho de suprema importancia que todos los hombres deberían tener en
cuenta es que ningún sistema de ética, ninguna cultura, ninguna
filosofía espiritual, ninguna información con respecto al Reino
interior, es de ningún valor para el estudiante, a menos que, al mismo
tiempo, se le proporcionen los medios para entrar en ese Reino. Pero eso
es lo que han pasado por alto todas las religiones. Únicamente la
ciencia de los grandes Maestros ofrece esos medios definidos y el método
preciso. También se sabe que han habido muchos profetas y sabios entre
los Judíos, además de los que se mencionan en la Biblia. No hay duda de
que algunos de ellos avanzaron en el Sendero. Sin embargo, la fe de los
Judíos, como todas las demás de la historia, se fue deteriorando
gradualmente, convirtiéndose en una institución formal y ceremonial,
dominada por el sacerdocio. El fraude sacerdotal, ¡la gran amenaza de la
historia!
Hay otro punto que deseamos aclarar con respecto a la fe Judía y su
relación con el Sendero de los Maestros. Se trata del bien definido
registro del Sendero superior que recorre la totalidad de las antiguas
Escrituras Judías. No tenemos tiempo ni espacio para seguir su rastro
detalladamente, pero deseamos sencillamente llamar la atención sobre
ello. Tal vez algún otro pueda hacer un estudio más detallado.
No hay conflicto entre el antiguo Judaísmo y la ciencia de los Maestros.
Simplemente, esta última ciencia lleva al estudiante más lejos. Por
ejemplo, los Maestros hablan de la segunda región en el sendero superior
y la llaman Trikuti. Ésta es el Brahm Lok de los Vedas y del Gita. Es el
mundo o plano más elevado conocido por los antiguos yoguis o rishis. Es
la suprema región, hoy en día, para prácticamente todas las religiones.
En la Kábala Judía probablemente correspondía al plano conocido como el
"Mundo Azilótico". La Kálaba está repleta de insinuaciones y
referencias, que no pueden entenderse sino a la luz de las enseñanzas de
los Maestros.
En la Kábala hay seis niveles distintos en el cuerpo y cuatro por
encima. Estos últimos se corresponden con el sistema védico, donde hay
seis chakras debajo (*) y cuatro en las regiones suprafísicas: Son los
mundos del sol, los mundos de la luna, los mundos del relámpago y,
finalmente, Brahm Lok, que ellos consideran la suprema región. En la
Kábala se denominan, de abajo arriba: Malcuth, Yesod, Hod, Tiphereth,
Netzach, Gevurah, Chesed, Binah, Chocmah y Kether. Se consideran como
las diez manifestaciones de Dios, cada una con un nombre; la deidad toma
ciertas cualidades en cada una de esas regiones y se nombra de acuerdo
con ellas. Son, de hecho, diez niveles diferentes de manifestaciones de
la deidad. Estos distintos niveles se alcanzan por medio de la
meditación sobre centros que se corresponden con cada una de ellas.
(*)Los seis chakras inferiores se señalan en otra sección.
Kether es la región de la corona, la suprema, donde el alma se une con
Eheyeh, alcanzando lo que los Hindúes llaman Nirvana. El alma gana
ciertas virtudes y poderes en cada uno de los niveles ascendentes y
percibe a la deidad en una escala progresiva de gloria que va de etapa
en etapa. Por ejemplo, en la región más alta percibe el alma la realidad
de la unión con Dios. En Chocmah obtiene perfecta sabiduría y
comprensión de todo el universo; en Binah, un entendimiento muy superior
al que tiene el hombre común. En esta región, la deidad es Yahveh Elohim.
En Chesed se imbuye de misericordia como virtud principal; en Gevurah,
fuerza, severidad, justicia, ley; en Typhered, belleza, armonía, ritmo;
en Netzach, victoria: allí se conoce a Dios como Yahveh Tzalaoth, el
señor de los ejércitos. En Hod, es gloria, esplendor; en Yesod, el
origen de todas las cosas, aquello de donde fluye la vida. Éste
corresponde al centro generativo, el INDRI CHAKRA de los Hindúes. Por
último, el inferior es Mal cuth, que significa reino interior, el más
bajo de los planos sutiles, y la deidad allí se ve como Adonai-Ha-Aretz,
el señor de la tierra, que corresponde al Ganesh de los Hindúes.
Una importante filosofía mística o teosofía de los Judíos se llama la
Kabbalah. (*) La palabra se deriva del hebreo kabal, que significa
"recibir", porque es la doctrina que se recibe de los mayores. Algunas
veces se ha usado, en un sentido más amplio, para incluir todas las
explicaciones, máximas y ceremonias que han sido pasadas tradicional
mente de mano en mano a los judíos. Pero, en su acepción más limitada,
en la ciencia simbólica de la Franmasonería, desde el punto del cual
aquí es interpretada, la Kábala puede definirse como un sistema de
filosofía que abarca ciertas interpretaciones místicas de las escrituras
y especulaciones metafísicas concernientes a la deidad, al hombre y a
los seres espirituales. En estas interpretaciones y especulaciones, de
acuerdo con los instructores judíos, se desarrollaban las más profundas
verdades de la religión, las cuales deben revelarse por medio de
símbolos y alegorías para que sean comprendidas por los seres mortales.
(*)Lo que sigue son extractos del artículo "Kabbalah", de "Una
Enciclopedia de la Francmasonería", de Albert G. Mackey, Dr.M., 33, The
Masonic History Co. New York 1.921. Copiado por Harvey H. Myers, Orange,
Cal.
"La Kábala fue enseñada en un principio por Dios mismo a un selecto
grupo de ángeles, quienes formaron una escuela teosófica en el Paraíso.
Después de la caída, los ángeles comunicaron muy bondadosamente esta
doctrina puramente celestial al niño desobediente de la tierra, para
proporcionar al protoplasma los medios de regresar a su prístina nobleza
y felicidad. De Adán pasó a Noé y luego a Abraham, Moisés, David, y
Salomón. Ninguno de ellos, sin embargo, se atrevió a escribirla hasta
Simón ben Jochai, que vivió en el tiempo de la destrucción del segundo
templo. R. Eliezer cotejó luego los tratados de R. Simón ben Jochai y
compuso con ellos el celebrado trabajo llamado Zohar, que es el gran
almacén del Kabalismo.
"La Kábala está dividida en dos clases, la Práctica y la Teórica. La
Kábala Práctica se ocupa de las instrucciones para la fabricación de
amuletos y talismanes y no tiene conexión con la ciencia Masónica. La
Kábala Teórica está, a su vez, dividida en la Dogmática y la Literal. La
Kábala Dogmática es el resumen de la filosofía y teosofía rabínica. La
Kábala Literal es la ciencia que enseña un modo místico de explicar las
cosas sagradas, mediante un uso peculiar de las letras de las palabras y
una referencia a su valor. Cada una de estas divisiones exige atención
por separado.
"I. La Kábala dogmática. El origen de la Kábala ha sido situado por
algunos eruditos en un período posterior al advenimiento de la
Cristiandad, pero es evidente, por las referencias que se encuentran en
el Libro de Daniel, que surgió en una época muy anterior. Se ha supuesto
que se derivó originalmente del sistema de Zoroastro
"La enseñanza kabalística de la emanación se entiende mejor examinando
la doctrina del Sephiroth.
"El Ser Supremo, dicen los Kabalistas, es una absoluta e inexcrutable
unidad, no habiendo nada sin Él y todo dentro de Él. Se llama En Soph,
"el Infinito". Es tal su infinitud, que no puede ser comprendido por el
intelecto ni descrito en palabras comprensibles a las mentes humanas
para hacer perceptible su existencia. Era necesario, por lo tanto, que,
para volverse comprensible, el En Soph se hiciera a Sí mismo activo y
creativo. Pero no podía convertirse en el creador directo, porque,
siendo infinito, carece de voluntad, intención pensamiento o acción,
todas ellas cualidades propias sólo de un ser finito. El En Sopth, por
consiguiente, se vio obligado a crear el mundo de manera indirecta,
mediante diez emanaciones de la luz infinita que Él era y en la cual
moraba.
"Esas diez emanaciones son los diez Sephiroth o Esplendores del Infinito
y así fue la manera en que se produjeron: Al principio, el En Soph mandó
al espacio una emanación espiritual. Esta primera Sephirah se llama
Kether, "La Corona", porque ocupa la posición más alta. También contenía
dentro de sí las otras nueve, que surgieron en el siguiente orden:
primero salió de ella una potencia masculina o activa y esta segunda
Sephirah se llama Chocmah o "Sabiduría". Ésta lanzó una opuesta, una
potencia femenina o pasiva, llamada Binah o "Inteligencia". Estos tres
Sephiroth constituyen la primera triada y de ella procedían las otras
siete. Chesed o "Misericordia", Geburah o "Justicia", Tiphereth o
"belleza". De la sexta Sephirah nació la séptima, Netzach o "Firmeza".
Ésta era una potencia masculina y produjo la potencia femenina llamada
Hod o "Esplendor". De estos dos procedió Yesod o "Fundamento" y estos
tres constituían la tercera triada del Sephiroth. Por último, del
Fundamento venía la décima Sephirah, llamada Malcuth o "Reino", que
estaba al pie de todas, igual que la "Corona" estaba a la cabeza.
"Esta división de los diez Sephiroth en tres triadas fue configurada
bajo una forma que los Kabalistas llamaron el Árbol Kabalístico o el
Árbol de la Vida. (Véase el diagrama).
"En este diagrama, la configuración vertical del Sephiroth se llama
"Pilares". Así, los cuatro Sephiroth del centro se llaman "Pilar
Intermedio", los tres de la derecha, "Pilar de la Misericordia", y los
tres de la izquierda "Pilar de la Justicia". Aluden a estas dos
cualidades de Dios, de las cuales la benignidad de una, modifica el
rigor de la otra, para que la Justicia Divina esté siempre templada por
la Divina Misericordia. C.W. King, en su Gnósticos (pag. 12) se refiere
al pilar de la derecha como el Pilar de Jachin y al de la izquierda como
el Pilar de Boaz, los cuales se levantaban en el pórtico del Templo, y
estos dos pilares, dice él, figuran constantemente en todas las
sociedades secretas de los tiempos modernos. Y es natural que así sea,
puesto que estos illuminati han tomado prestada, sin entenderla, la
fraseología de los Kabalistas y de los Valentinianos. Pero una
inspección de la configuración del Sephiroth mostrará, si está en lo
correcto en su inferencia general, que ha trabucado los pilares. La
Firmeza simbolizaría más naturalmente a Boaz, o Fuerza, como el
Esplendor a Jachin o Establecimiento.
Hombre Arquetípico de acuerdo a la Kabbalah Judia1
1. Ibid., Vol.l, p.77.
"Estos diez Sephiroth se denominan, en su conjunto, el hombre
arquetípico, el Microcosmos, como le llamaban los filósofos griegos, y
cada uno de ellos se refiere a una parte especifica del cuerpo, de modo
que la "Corona" es la cabeza; la Sabiduría, el Cerebro, y la
Inteligencia el corazón, que se suponía era el asiento de la
comprensión. Estos tres representaban lo intelectual y, por tanto, la
primera triada se llamaba el mundo intelectual. La Misericordia es el
brazo derecho; la Justicia, el brazo izquierdo y la Belleza es el pecho.
Éstas representan las cualidades morales y, por lo tanto, la segunda
triada se llamaba el mundo moral. La Firmeza es la pierna derecha; el
Esplendor, la pierna izquierda, y el Fundamento las partes pudendas.
Estas tres representaban poder y estabilidad, de ahí que a la tercera
triada se le llame el mundo material. Por último, el Reino representa
los pies, la base sobre la que se apoya todo y representa la armonía del
hombre arquetípico pleno.
"Cada uno de estos Sephiroth estaba representado por un nombre Divino y
por uno Angélico, que pueden distribuirse así:
SEPHIROTH |
|
NOMBRES DIVINOS |
|
NOMBRES
ANGÉLICOS |
|
|
|
|
|
Corona |
|
Eheyeh |
|
Chajoth |
Sabiduría |
|
Jah |
|
Ophanitn |
Inteligencia |
|
Jehovah |
|
Arelim |
Misericordia |
|
El |
|
Cashmalim |
Justicia |
|
Eloha |
|
Seraphim |
Belleza |
|
Elohim |
|
Shinanim |
Firmeza |
|
Jehovah Sabaoth |
|
Tarshishim |
Esplendor |
|
Elohim Sabaoth |
|
Beni Elohim |
Fundamento |
|
El Chai |
|
Ishim |
Reino |
|
Adonai |
|
Cherubim |
"Estos diez Sephiroth constituyen, en su totalidad, el mundo Atzilótico
o mundo de las emanaciones, y de él proceden otros tres mundos, cada uno
de ellos también con sus diez Sephiroth, que son: el mundo Briático o
mundo de la creación; el mundo Jetzirático o mundo de la formación, y el
mundo Asiático o mundo de la acción. Cada uno se halla habitado por un
orden diferente de seres. (Pero entrar de lleno en la naturaleza de
estos mundos nos llevaría demasiado lejos, dentro del oscuro misticismo
de la Kábala).
"Estos diez Sephiroth representados, en su orden ascendente, desde lo
más bajo hasta lo más alto, desde el Fundamento hasta la Corona, nos
recuerdan forzosamente el sistema de las Escalas Místicas, que penetran
las antiguas y modernas iniciaciones; la Escala Brahmánica de los
misterios Indios; la Escala de Mithras, usada en los misterios Pérsicos;
la Escala Escandinava de los misterios Góticos y, en los misterios
Masónicos, la Escala de Kadosh; y, por último, la Escala Teológica de
los grados Simbólicos.
"II. La Kábala literal. Esta división de la Kábala, que se ocupa, como
ya se ha dicho, de la explicación de las palabras sagradas por el valor
de las letras de que están compuestas, ha sido usada extensamente por
los inventores de los altos grados en el simbolismo de sus palabras
significativas. Se divide en tres clases: Gematría, Notaricon y Temura".
Se podría agregar mucho más, pero es ajeno a nuestro propósito. Hemos
ofrecido cuanto antecede para demostrar que la Kábala Judía, concuerda
muy estrechamente con las antiguas enseñanzas de los antiguos rishis,
conteniendo, por tanto, muchas similitudes con algunas de las enseñanzas
esotéricas de Oriente, cuando estas se comprenden desde un nivel más
elevado que coincide con las enseñanzas de los maestros.
Los Judíos, como todos saben, fueron finalmente dispersados y se
esparcieron por todas las naciones. Muchas veces han estado a punto de
extinguirse por completo. Al mismo tiempo, sus principios religiosos han
sufrido cambios, ya casi desapareciendo, ya reviviendo; en un tiempo
casi perdieron su identidad y luego volvieron a renacer. Durante la Edad
Media la Judería exiliada se sostuvo viva mediante diversas
interpretaciones místicas de su misión y destino, como se expresan en
una amplia literatura Kabalística, que encontró finalmente su mayor
unidad y más perfecta expresión escrita en el Zohar, llamado "El Libro
del Esplendor", el cual redescubrio el reino del alma. Inventando una
terminología completamente nueva, le dió un sentido específico no
conocido entonces por la Judería mística. Dice el Zohar:
No creáis que el hombre consiste únicamente en carne, piel y venas. La
parte real del hombre es su alma y esas cosas antes mencionadas son sólo
lo que la cubre por fuera. Son únicamente velos, no el hombre verdadero.
Cuando el hombre se marcha de esta vida, se despoja de todos los velos
que lo cubren.
El autor de esos párrafos se hallaba ciertamente muy cerca de la
Sabiduría Oriental. Suena como el lenguaje de un maestro. El Zohar, aún
antes de que su autor muriera en 1.305, había ejercido ya una enorme
influencia, no solamente sobre el pensamiento Judío, sino también sobre
el modo de pensar Cristiano. Puede ser difícil determinar hasta qué
punto pudo haber tenido relación con el despertar general de ese crítico
tiempo. Pero, poco a poco, ni aun el Zohar pudo guardar vivo el vigor de
los ideales espirituales Judíos. Las corrientes materialistas del mundo
fueron minando constantemente la espiritualidad por todas partes, tanto
entre los Judíos como entre los Gentiles de todo el orbe. Siempre ha
sido así. Siempre tiene que ser así.
La religión es como un hombre o como una nación: tiene su período
inicial, su infancia, su juventud, su madurez y su decadencia. Al final,
la vejez y la disolución lo reclama todo, desde los hombres hasta las
estrellas. Hoy en día la religión Judía, al igual que muchas otras,
tiene ya poco que ofrecer al hambriento buscador de luz espiritual,
excepto por un código de comportamiento ético, la mayor parte del cual
es común a todas las religiones. Judíos y Gentiles, por igual, deben
buscar ahora una religión más dinámica, que pueda llenar todos los
requisitos de una era iluminada. Esa nueva religión sólo puede ser la
enseñanza de los Maestros y su ciencia espiritual, la cual no es una
religión en absoluto.
El Cristianismo, una de las principales religiones del mundo, surgió del
fértil suelo del Judaísmo, pero extrañamente los judíos no se han
inclinado a tomar ningún crédito por su aportación, han desheredado a su
propio hijo y rehusan tenazmente a reconocer la paternidad de su ilustre
hijo. Muchos de ellos, sin embargo, aceptan a Jesús como uno de sus
profetas. No puede dudarse que, si los discípulos de Jesús no le
hubieran atribuido poderes milagrosos y afirmaciones dogmáticas, Jesús
hubiera pasado a la historia como uno de los más grandes profetas, con
su aprendizaje Judío, enriquecido como fue por su conocimiento práctico
de la Sabiduría Oriental.
El pueblo Judío ha sido perseguido más que ningún otro cuerpo religioso
en la historia de la humanidad. A través de los siglos han sido objeto
del desprecio del mundo, ese mundo que tan fácil se olvida de su propia
cara enlodada, señalando obstinadamente las imperfecciones de los
Judíos, parece que rehusa reconocer que algunos de los más grandes
pensadores y filántropos del mundo han salido de ese pueblo. Pero sobre
todo ha existido una histórica desconfianza entre Cristianos y Judíos.
Aunque sería más lógico suponer que los Cristianos, en lugar de odiar a
los Judíos, les reconocieran el regalo de su propio Señor y Maestro, No
puede culparse a todo un pueblo, por lo que sucedió hace dos mil años.
¿No quemaron y mataron los cristianos a miles de otros cristianos,
judíos y musulmanes durante el reinado de la Inquisición Española? ¿Es
que en Europa y América, no quemaron brujas y persiguieron a muerte a
todos los que no creían lo mismo que ellos?
El prejuicio religioso es siempre ciego y está lleno de odio. El crimen
capital de toda la historia, a los ojos del pueblo, ha sido predicar y
practicar cualquier doctrina subversiva contra las instituciones
establecidas. Se puede decir, con seguridad, que ha sido asesinada más
gente por esta única ofensa que por todas las otras juntas, incluyendo
las ejecuciones por crímenes. ¿Y sabéis cuál es la sicología de este
proceder? La vanidad. Los "Santos Inquisidores" se imaginaban a sí
mismos muy parecidos a Dios, muy santos, porque estaban defendiendo a su
propia religión. No obstante, de hecho, estaban exhibiendo las
cualidades más infernales. La antítesis exacta de la santidad. No hay
nada más demoníaco que la sed de sangre provocada por el celo religioso.
Si alguien se pregunta cómo pueden cometer esos crímenes los seres
humanos, mientras manifiestan celo religioso, recuérdale una y otra vez
que la religión y la moralidad no tienen relación una con la otra.
Ninguna en absoluto. Solamente la genuína espiritualidad, como la que
enseñan los Grandes Maestros, es la que llega a ser alma misma de la
pura ética.
15.
Jesucristo y la Religión Cristiana
Entiéndase desde el principio de esta discusión que hay una diferencia
muy grande, una diferencia fundamental, entre la religión cristiana de
la historia, esto es, el cristianismo institucional, y los preceptos y
prácticas de Jesucristo mismo.
En el Jesús moderno de la iglesia cristiana encontramos el ideal del
imaginativo Irineo y no al adepto de los Esenios: el oscuro reformador
de Galilea. Nosotros lo vemos bajo la desfigurada máscara Platón-Filonea,
no como sus discípulos le oyeron en la Montaña.
Uno de los más tristes aspectos de la historia de las religiones es que
el Jesús original tuviera que desaparecer para dar lugar a un icono
eclesiástico. La religión conocida en la historia con ese nombre no fue
fundada por Jesucristo, sino formulada y ofrecida al mundo por San
Pablo, un instruido judío educado en la Ley Hebrea y también en la
escuela Neoplatónica de Alejandría. Fue Pablo quien dió al mundo la
teología Cristiana. Su idea central estaba basada en el viejo sistema
Judaico del sacrificio, el mismo que fuera transmitido desde tiempo
inmemorial, un reguero de sangre que ha pintado de rojo toda la
historia. Cuando la nueva religión fue formulada y dada a conocer, era
apenas un poco más que una metamorfosis alegórica del Judaísmo. Jesús
fue convertido en víctima propiciatoria del sacrificio. "El Cordero fue
sacrificado desde la fundación del mundo". Era su sangre la que había de
lavar los pecados del mundo. Así fue como la verdadera misión de Cristo,
que era llevar a sus discípulos a conocer el Reino de los Cielos que
estaba dentro de ellos, se transformó en una sangrienta tragedia. Todo
el sistema se convirtió en una complicada mezcla de preceptos
espirituales y prácticas materiales, y los sublimes ideales de Jesús
fueron arrastrados a las ceremonias materialistas del altar del
sacrificio. La sangre humana se mezcló con el amor y el precepto
espiritual. Fue un burdo insulto al sublime idealismo de los Maestros.
Uno de los más extraños de todos los sistemas de teología tomó forma
como religión dogmática de la Cristiandad histórica. La vida limpia y
bondadosa, las enseñanzas y los hechos de Jesús, ofrecían al mundo algo
muy diferente. Casi desde el día de su partida, su misión espiritual y
sus enseñanzas comenzaron a pasar por las adulteraciones y falsas
interpretaciones usuales. El Maestro no fue comprendido ni siquiera por
sus más cercanos discípulos y, más tarde, su nombre mismo fue tomado por
un sacerdocio corrompido para ser utilizado como instrumento para
engrandecerse. La historia se repetía una vez más.
De acuerdo con las fuentes más auténticas, Jesús era Judío, hijo de
María y José, que era miembro de la Hermandad de los Esenios. La
historia bíblica de la "inmaculada concepción" no puede ser tomada con
demasiada seriedad. Que Jesús no tuvo un padre terrenal, sino que que
fue "concebido por obra del Espíritu Santo", fue inventado sin duda para
que concordara con la teología que estaba siendo formulada en aquel
tiempo. Sobre esta teoría, el teólogo podía pretender que Jesús era el
"único Hijo de Dios"; la responsabilidad de la paternidad fue asumida
por José después de algunas explicaciones que recibió en un sueño. Que
Jesús nació de acuerdo con la ley natural no puede dudarlo nadie que
conozca la Sabiduría Oriental o los principios de la generación humana.
Aun los más grandes Santos vienen a este mundo del mismo modo que las
demás personas.
Jesús mismo llevó el nombre de José hasta que creció y recibió su
iniciación. No asumió el nombre de Jesús sino hasta que se declaró su
misión espiritual. Probablemente se lo pusieron sus últimos discípulos.
El título de Cristo le fue dado mucho después de su partida. Él mismo no
lo reclamó para sí, ni tampoco se encuentra ningún testimonio de que
haya dicho, en ninguna parte, que pretendiera tener alguna cualidad o
característica que no poseyeran los demás hombres. Al contrario, aseguró
definitivamente que lo que estaba haciendo podían hacerlo sus
discípulos. Y debe tenerse muy en cuenta que los milagros no son una
prueba de que el que los hace sea algo más que un hombre evolucionado.
Las declaraciones hechas más tarde, presentando a Jesús como un semi-Dios
por nacimiento, tienen todas las trazas de ser interpolaciones. Jesús
creció siendo carpintero mientras vivió con sus padres en la humilde
villa de Nazaret, de acuerdo con el nuevo testamento.
Probablemente un año después de su primera discusión con los ancianos
del pueblo en Jerusalén, uno de los "Sabios de Oriente" (Reyes Magos)
que le habían visitado cuando nació, le llevó a la India. Aquellos
hombres eran Magos de la escuela Mesopotámica, pero no hay duda que
tenían comunicación con la India, de donde han emanado muchas de las
enseñanzas espirituales desde el principio de la historia. Parece
probable que el que se llevó a Jesús a la India era un yogui Indio que
había ido a visitar Persia y Mesopotamia en el tiempo en que nació
Jesús. Lo cierto es que éste se hallaba profundamente penetrado del
espíritu y del método de al menos una parte de la Sabiduría Oriental,
hasta el punto que sus propias palabras pueden distinguirse de la
cantidad de adiciones y otros cambios realizados en los relatos; su vida
entera y sus palabras estaban en perfecta armonía con las enseñanzas de
los Maestros Orientales. Una sola cuestión en su vida difiere
radicalmente del método de los Santos: haber hecho tantos milagros. Los
Santos nunca actúan así, aun cuando tienen pleno poder para ello y
pueden hacer cuanto quieran. Pero no la consideran una práctica
prudente, excepto en casos muy raros.
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