CAPÍTULO IV
OTRAS IMPLICACIONES DEL KARMA
En las escrituras sagradas tenemos una historia de Raja Priskshat, quien
había oído decir que quien escuchara el Bhagavat (mitologías históricas)
recitado por un pandit (teólogo versado hindú), se volvía un hombre
liberado de toda esclavitud (jivan mukat). Un día llamó al sacerdote de la
corte y le pidió que recitara el inspirador texto del Bhagavat, para poder
escapar de la esclavitud de la mente y la materia, ordenando que si su
recitación no probaba la verdad de las sagradas enseñanzas, el sacerdote
sería llevado a la horca. El sacerdote no era mejor que ninguno de
nosotros. Se sentía perdido, pues veía a la muerte mirándole a la cara,
pues bien sabía que no podía ayudar al rey a obtener la salvación.
Cuando llegó a su casa se sentía abatido y extremadamente preocupado por
esta condena pendiente sobre su cabeza. La víspera del día fijado para la
recitación del Bhagavat, el sacerdote estaba medio muerto de miedo.
Afortunadamente tenía una hija de mucho talento. Cediendo a sus preguntas,
le reveló la causa de su triste situación. Entonces la hija lo consoló y
le aseguró que ella podría salvarlo de la horca si permitía que lo
acompañara al día siguiente hasta la presencia del rey.
Al día siguiente fue a la corte acompañando a su padre. Le preguntó al rey
si deseaba librarse de la esclavitud del mundo, a lo que le contestó
afirmativamente. Ella entonces le dijo que podría ayudarle en su tan
acariciado deseo si él seguía su consejo y le permitía hacer lo que ella
deseara. Llevó al rey y a su padre al bosque y con dos gruesas cuerdas ató
fuertemente a cada uno a un árbol por separado. Luego pidió al rey que
desatara y librara a su sacerdote. El rey expresó su impotencia para
hacerlo, ya que él mismo estaba atado. Entonces le explicó la joven que
alguien que estaba sujeto por la esclavitud de la ilusión (maya) no podía
liberar a otro de esa misma esclavitud.
La recitación del Bhagavat podría ciertamente romper la mágica coraza de
la ilusión si la hiciera una persona liberada quien por sí misma hubiera
roto la ilusión; por tanto, el rey no debía esperar la salvación de parte
de su sacerdote real, quien estaba tan sujeto como el rey mismo. Es
únicamente un Neh-karma, o uno no atrapado en la red de los Karmas, quien
es competente para hacer a otro igual que él y liberarlo del mortal ciclo
kármico.
Esto demuestra en cierta forma el hecho de que el simple estudio de las
Escrituras no ayuda gran cosa para otorgar la salvación (moksha), la cual
es puramente un tema práctico y sólo puede aprenderse correctamente y
perfeccionarse mediante práctica bajo la guía capaz de un adepto en esta
línea. El Maestro perfecto (Murshid-i-Kamil) tiene, antes que nada, que
volver a unir la tableta rota de la mente despedazada por incontables
deseos y aspiraciones, completarla perfectamente y luego pulirla en su
totalidad hasta volverla capaz de reflejar la luz y la gloria de Dios,
cosa que ninguna cantidad de aprendizaje por medio de libros podrá lograr.
Uno no puede, por supuesto, saber y comprender el verdadero significado de
las Escrituras, a menos que le Sean explicadas por algún Alma-Maestra que
por sí misma haya experimentado dentro del laboratorio de Su propia mente
lo que las escrituras dicen. Es así como El puede por propia experiencia
personal, instruir y guiar al discípulo en las enseñanzas elevadamente
esotéricas contenidas en poemas cortos y exactos, que desconciertan al
intelecto, limitado como está en su esfera de acción e instrumentos de
aprendizaje. Es por esto por lo que se dice: "Dios está al alcance y viene
a uno, en la compañía de un Alma disciplinada, Sadh". El que es un Alma
liberada puede liberar a otra, y nadie más puede hacerlo. A este respecto
se dice:
El estudio de los Vedas, los Puranas y la
Etimología a nada conduce.
Sin la práctica del Verbo Sagrado uno
permanece en la oscuridad absoluta.
Un hombre práctico de realización es al mismo tiempo todas las Escrituras
combinadas, además de algo mucho mayor que las escrituras, las cuales, en
el mejor de los casos, contienen el lado teórico en lenguaje sutil, pero
son incapaces de explicar oralmente la teoría misma y no pueden garantizar
una experiencia real de ella como lo hace el Maestro.
Cada quien en estos días trata de echar la culpa de sus males a la "época"
que estamos viviendo, y esta queja es la más grande queja de todos los
tiempos. El momento presente, así como el porvenir, no es más nuestro que
el tiempo pasado. Este mundo es un inmenso campo magnético, y mientras más
nos esforzamos por salirnos de él, más nos atrapamos y enredamos en sus
redes. El ser humano baila en la red y piensa que nadie lo ve. Los
prudentes sienten la red, pero no saben dónde permanecer tranquilos. De
esta manera, silenciosa e incesantemente gira la rueda de la vida, lenta
pero inexorablemente haciendo pedazos a todos por igual. Este molino de la
naturaleza tritura a todos lenta pero seguramente. Algunos lo sienten y
dicen: "Tal parece que la naturaleza hizo al hombre y luego rompió el
molde".
Nadie, sin embargo, trata de indagar el cómo y por qué de las cosas, los
acontecimientos y los eventos, pues todo lo aceptan complacientemente
según nos va llegando por la corriente del tiempo. No tratamos de hurgar
profundamente en ellos para seguir la serie de eslabones de la cadena que
nos lleva hasta lo que vemos y experimentamos. Cada quien, en sus
relaciones con los demás, olvida que tiene que pagar por todo en este
mundo. Aun los dones de la naturaleza, como el espacio, la luz, el aire,
etc., no son gratuitos por igual para todos en forma apreciable. Pero cada
uno se cree el único custodio de los dones gratuitos de Dios, Intenta ser
tan liberal como le es posible; se encuentra con varios diamantes mal
ajustados (seres humanos) y es afectado por la ley de "dar y recibir".
No es sino tras duros golpes cuando nos damos cuenta de que la balanza no
distingue entre el oro y el plomo, sino que sólo le concierne el peso
muerto. Cada persona sabe que la niebla no puede ser disipada con un
abanico y a pesar de ello, trata de hacerlo y así vuelve la confusión peor
aún. La persona atada de pies y manos a la interminable cadena de causa y
efecto, no puede liberar a otros. Cuando todos en el mundo están
profundamente dormidos, ¿Quién está ahí para despertar y a quién?
Únicamente el hombre liberado puede liberar a otro si quiere, pues los
pecados de comisión y omisión son de la esencia misma de la ley de la
Naturaleza, y tarde o temprano regresan a quien los comete en una forma u
otra.
Al enjaular pájaros y mantener mascotas sujetas con collares, cadenas y
aprisionados, erróneamente se tiene por supuesto que estas pobres
criaturas mudas no tienen ningún tribunal ante el cual puedan quejarse. La
gente piensa que tiene el derecho de tratarlas como le plaza. Ni teme
matar ni presta atención a la común verdad:
"Lo que siembres cosecharas"
La ignorancia de la ley no es ninguna excusa. Cada mala acción tiene que
ser vindicada, pagada.
El que mata tiene que ser muerto. El que vive por la espada, por la espada
muere. Uno tiene que pagar "ojo por ojo y diente por diente", lo cual es
tan verdad hoy como lo era en el tiempo de Moisés. Alegre sin duda es la
fiesta, hasta que llega el temible momento de hacer cuentas. Podemos
cerrar los ojos ante las leyes de la naturaleza y reposar confiados en la
eficacia del sacerdocio, pero nunca nos servirá de nada.
Uno tiene que pagar un precio muy elevado por matar, chupar la sangre y
cosas parecidas. Aquellos que viven y prosperan a costa de la sangre de
los demás no pueden tener un corazón puro y mucho menos acceso al Reino de
los Cielos.
Bienaventurados los puros de corazón, porque
ellos verán a Dios.
Los Santos dicen que el ser humano ocupa el más elevado sitio en la
creación de Dios y está dotado de magnífico intelecto y no debe por lo
tanto pasar su limitado lapso de vida en el mundo con los ojos vendados,
como otras criaturas.
La oportunidad dorada así otorgada, para regresar y volver al abrazo de
Dios y a su Hogar original, no debe desperdiciarse. Tan sublime
oportunidad llega únicamente después de que uno ha visto completamente
todo a lo largo de la "Exhibición del Mundo" y ha concluido con éxito su
parte en el Gran Drama de la vida.
El ser humano generalmente se pierde en las atracciones de acá abajo, el
mundo físico. Al hacerlo, pierde la oportunidad única que se le da, a
causa de la pesadísima influencia de la reacción kármica después de muchas
encarnaciones, para su retorno a la permanente región del espíritu puro.
Se le da un cuerpo tras otro en una serie interminable. Empieza a sentir
el peso de toda clase de leyes sociales, físicas y naturales que, cual
pesados bloques, obstruyen su camino a cada paso. No le queda otra
alternativa sino esperar su turno como ser humano, y ¿Quién sabe cuándo
podrá llegarle?
Los Santos dan una definición muy sencilla del pecado como "el olvido del
origen propio" (o de la divinidad). Cada pensamiento, palabra o acción que
mantiene a una persona alejada de Dios es un verdadero pecado, y por otra
parte, lo que lleva al ser humano más cerca de El, es piadoso y sagrado.
Un santo persa, al comentar para sí la naturaleza del mundo, dijo: "El
mundo entra en juego cuando uno olvida al Señor. Mediante el constante
recuerdo de Dios, a pesar de vivir en el mundo entre amigos y parientes,
uno no es del mundo".
La mayoría de los pecados, ya Sean burdos o sutiles, son la simple
invención del ser humano, bajo el dominio de la mente. Los pecados más
finos o menores son considerados como "debilidades personales" por los
Santos, quienes son las imágenes vivientes y móviles de la ley de amor y
misericordia de Dios sobre esta tierra. En tanto que una persona actúa
como una criatura con voluntad propia, se sujeta ella misma a todas las
leyes y rigores. Pero cuando entrega su propia voluntad ante la de un
Hombre-Dios, entonces queda bajo el dominio de la misericordia y el amor
de Dios. Este es el aspecto verdadero del pecado en la vida diaria. 2
2 Para mayor detalle véase apéndice II al final de este libro.
Los Karmas son la forma más contagiosa de enfermedades invisibles a las
que el ser humano está siempre expuesto. Son aun más galopantes,
devastadores y destructivos que los más mortíferos y venenosos gérmenes
transmitidos a las más profundas células del organismo humano y de la
manera más subrepticia se cuelan hasta el sistema sanguíneo. En la
sociedad, los Karmas toman primeramente una posición firme en la forma de
un cambio en el punto de vista y el pensamiento de los supuestos
moldeadores de la opinión pública.
Luego afectan la disposición y el carácter, y más tarde echan raíces en
forma de hábitos, que se vuelven parte de la naturaleza del ser humano.
Nuestros antepasados y los mayores, por eso, estaban siempre alertas para
aconsejarnos que evitáramos las malas compañías. "Las buenas compañías
engendran bondad, mientras que las malas compañías engendran maldad".
Ciertamente, una persona se conoce por la compañía que cultiva.
Para coronar todas estas dificultades, uno tiene que compartir sin darse
cuenta las reacciones kármicas, hasta en su familia propia donde ha nacido
y crecido. De esta manera, las virtudes y los vicios desempeñan un papel
integral en la formación de la cultura. Por estos diariamente y a cada
hora contraemos Karmas del ambiente que nos rodea. Y la única forma de
escapar a la influencia kármica es adherirse al Sendero de Dios a través
de los Santos divinos quienes, estando arraigados en el Altísimo, están
muy por encima del alcance de los Karmas y son de hecho neh-karma (sin
karma) y jivan-mukat (Alma liberada).
Se dice que en los dominios de un derviche verdadero (Darvesh u
Hombre-Dios), uno no tiene que rendir cuenta de sus kármas. La persona se
vuelve mejor cuando cultiva la compañía de un Sadhu. No obstante, el ser
humano por naturaleza es propenso a aceptar la maldad más fácilmente que
la ilimitable bondad de los Santos.
La compañía de un Santo tiene un maravilloso efecto al suprimir todo
vestigio de maldad. La esfera atmosférica de un Santo-Maestro es una vasta
inmensidad, que el ser humano apenas si puede imaginar. Los Santos vienen
no sólo para el bien de los seres humanos sino también para el beneficio
de toda la creación activa e inactiva que se encuentra en el mundo, en
todos sus niveles, tanto visibles como invisibles.
La pobre criatura llamada hombre no tiene un solo amigo verdadero. Hasta
la mente misma, con sus tres gunas o cualidades (satva o pureza; rajas o
actividad y tamas o inercia, siempre actuando como cómplice del ser
humano, lo acecha como el gato dirige su incansable mirada sobre un ratón.
Quienes siguen los dictados de la mente quedan invariablemente atrapados
en sus ardides y quedan sujetos a indelebles miserias y horripilantes
terrores. La mente, sin embargo, teme a aquellos con quienes Dios es
bondadoso a través de Su médium, el Satguru (Hombre Dios). La mente no se
atreve a entrometerse en los privilegios y derechos otorgados a Sus
propios bienamados, y más bien les ayuda como obediente asistente bajo las
órdenes de su superior. Igual que el fuego, es un buen sirviente, pero mal
amo.
En la compañía de un Sadh uno no tiene nada
que lamentar;
En Su compañía uno conoce al Señor y le sigue verdaderamente;
En Su compañía uno alcanza el más elevado
don de la Divinidad.
Es por esto por lo que Guru Nanak enfáticamente ha declarado:
¡Oh Nanak! Rompe todas las efímeras ligaduras
del mundo y ve en busca del verdadero
Uno.
Mientras que todos te abandonaran en la vida
el Verdadero te acompañará aún hasta el Más
Allá.
Y de nuevo:
Asegúrate, oh alma, de que un Hombre-Dios
esté a tu lado ante el Tribunal de Dios.
Baba Farid, un Santo musulmán, dijo casi en el mismo tono:
¡Oh Farid! Apresúrate a buscar un hombre liberado,
pues un hombre tal te librará a tí (de la esclavitud del mundo).
En el Gurbani tenemos:
Las errantes facultades mentales se detienen
en la compañía de un Sadh.
Sólo la mente aquietada refleja la Luz del Señor.
Todo ser humano está amarrado física y mentalmente con las invisibles
ligaduras de los Karmas. En tanto que uno esté bajo el dominio de la
influencia de la mente y la materia y no haya buscado la protección de un
Santo, está gobernado por todas las leyes de los diversos planos y se le
imparte justicia pura y simple, no atemperada por la misericordia. Está
sujeto al castigo por todos sus pecados innombrados y sutiles.
En un tribunal de justicia, un amigo podrá acortar el largo y tortuoso
proceso legal, pero ante el Tribunal del Altísimo, sólo un Santo-Maestro
es el verdadero amigo en el momento del juicio. En el Jap-Ji, Guru Nanak
declara:
Un Santo es aceptado en Su Corte y es ahí el
Jefe Electo;
El Santo adorna el umbral de Dios y es
honrado hasta por los reyes.
Y dice de nuevo:
El Satguru me dió el don de la vista interna, y
veo que todas las dudas se disipan.
El ángel de la muerte ya no puede hacerme
daño, cuando la mismísima cuenta de mis
acciones ha quedado borrada.
El Sendero de los Santos conduce en una dirección muy distinta. No hay
tribunal de justicia para los iniciados. El Santo Maestro está presente en
todas partes y Su influencia se extiende hasta regiones no soñadas. Nunca
abandona ni olvida a Sus discípulos hasta el fin del mundo. Su solemne
afirmación es:
Siempre iré contigo y seré tu guía y en la más
grande necesidad estaré a tu lado.
Como un bondadoso y gracioso padre, podrá hacerle una amonestación al niño
que yerra pero nunca lo enviará a la policía para ser corregido.
Nadie está en mayor cautiverio que aquel que erróneamente se Cree estar
libre. La trampa para el espíritu nacido en la opulencia es la ambición.
Aquellos que gozan de prosperidad en el sentido mundano de la palabra, nos
dan la impresión de que viven en comodidad.
Puede ser que hayan sembrado algunas semillas buenas en el pasado, y
aparentemente están levantando una rica cosecha en el presente; o puede
ser que estén siguiendo la política de "arrebatar, tomar y acumular" y de
ese modo, están construyéndose un avispero para el futuro. Toda esa gente
en buena posición económica, desgraciadamente olvida que en cualquier caso
llevan puestos "invisibles grilletes de oro", y sin darse cuenta van al
encuentro de problemas.
Un dicho popular dice: "Los muras y las mansiones de los poderosos están
construidos con el sudor y las lágrimas de los pobres". A menos que uno
haya sembrado el bien en el pasado, no puede recoger una cosecha rica en
la presente vida. Podrá ser también que lleve imperceptiblemente consigo
la carga de alguna culpa escondida bajo su manga. Si no siembra buenas
semillas ahora, ¿Cómo puede esperar cosechar frutos aparentemente buenos
en el futuro y por cuánto tiempo?
Además, las buenas acciones por sí mismas no pueden absolver a una persona
de la reacción de las acciones malas, de la misma manera que el agua sucia
no puede lavar y dejar limpia la ropa. Con toda nuestra rectitud, no somos
sino harapos sucios, dice un Santo cristiano. Nadie está limpio.
El ser humano siempre está sujeto a la ley de dar y recibir o de
compensación y retribución. Seguir el sendero de las buenas obras es
ciertamente algo deseable y mejor que el sendero de las acciones malas;
pero eso no es todo. Una vida altamente ética puede asegurar el paraíso a
una persona por un lapso prolongado, en el que pueda disfrutar cómodamente
la bienaventuranza celestial; pero se halla todavía internada ahí en el
cuerpo astral o causal, y no se ha liberado del ciclo de nacimientos y
muertes.
En tanto que uno sienta que es el hacedor, no
puede escapar de la rueda de nacimientos y tiene
que recoger el fruto de las semillas
sembradas.
Es únicamente el contacto con el Espíritu Santo, el sagrado Verbo o Naam,
el que puede ayudar a una persona en su ascenso hacia las regiones
espirituales superiores, bien lejos de las sombras de los repetidos
nacimientos y muertes que incesantemente se mueven subiendo y bajando, en
interminables giros, sin manera de escapar de ellos.
El infierno y el cielo son regiones donde los espíritus desencarnados
tienen que permanecer por un período relativamente largo, de acuerdo a sus
acciones sobre la tierra, buenas o malas, según el caso. La estancia aquí,
por muy larga que sea, no es eterna y no los saca del inexorable ciclo de
nacimientos y muertes. El paraíso (Cielo o Edén) es el Dorado de ciertas
religiones. Muchos le llaman también salvación. Pero el hecho es que
después de disfrutar de los dones paradisíacos durante el tiempo
determinado por las buenas acciones, se le vuelve a dar a uno un cuerpo
humano, pues únicamente éste ofrece la oportunidad de hacer méritos que
conduzcan finalmente a la liberación. Hasta los ángeles al servicio de
Dios aspiran al nacimiento humano cuando sienten que ya han cumplido con
su tarea.
De esta manera, al seguir el sendero casi universalmente reconocido,
generalmente aceptado y en el que ampliamente se Cree, de las buenas
acciones, uno al final se encuentra, una vez más, atrapado en la red de
los insaciables deseos y ambiciones, y con esta relumbrante y siempre
evasiva luciérnaga frente a uno, sigue estando sin darse cuenta, cautivo
en las férreas garras de los Karmas.
Para lograr su objetivo, el ser humano ejecuta diversas clases de
austeridades ascéticas (tapas), que le pueden traer vidas mejores. Aun
cuando obtenga la soberanía de un reino, su mente se desboca, él se da a
si mismo rienda suelta y ejecuta acciones de valor y proeza, la mayoría de
las cuales son suficientemente malignas como para ganarse el infierno.
Nuevamente, tras recibir una amarga lección de los fuegos infernales a los
que es arrojado, trata de buscar solaz en las austeridades (tapas).
De esta manera siempre está cautivo y se mueve enredado en el círculo
vicioso de las tentaciones y seducciones, del infierno al arrepentimiento,
y del arrepentimiento a la soberanía, y de la soberanía al infierno
nuevamente -una vez tras otra- en un interminable orden cíclico, subiendo
y bajando sobre la Rueda de la Vida. Así, cada quien se forja su propio
cielo e infierno y permanece enredado por sus propias acciones
voluntarias, en la telaraña de la vida por él mismo preparada.
Estas regiones de infierno y paraíso no se interponen en el camino de
quien sigue el sendero de los Santos, el curso medio o sendero de en
medio, justamente entre las dos cejas, pues deja de lado el sendero de un
Karma yogui. Aun cuando un alma que está bajo la protección de un
Santo-Maestro pueda extraviarse temporalmente, está segura de ser
rescatada. Aun cuando los Santos son modelos vivientes de humildad y no
hablan de la gran autoridad que poseen, sin embargo, a veces se refieren
indirectamente a la fuerza salvadora de los Santos que les precedieron.
Las Escrituras revelan que Sant Satguru Nanak rescató a uno de Sus
discípulos que de algún modo se desvió hasta el infierno. El Santo tuvo
que visitar el infierno en busca de una oveja perdida y meter Su pulgar
-en los candentes fuegos del infierno, refrescando así todo el infernal
lugar y proporcionando alivio no sólo a un alma, sino a muchas almas
pecadoras que lastimeramente gritaban con gran angustia. Casos similares
ocurrieron en los tiempos del Raja Janak y de otros también. En una
ocasión, mi Maestro Hazur tuvo también que rescatar a uno de Sus
discípulos que andaba extraviado hacia abajo. ¿Cómo puede entonces haber
redención del infierno para el ser humano ordinario?
Para aquellos dedicados a la práctica del Verbo
Sagrado, todas sus penas terminan;
Sus rostros, ¡Oh Nanak! resplandecen de gloria
y muchas almas son salvadas junto con ellas.
Existe otra región, llamada Eraf (o purgatorio) por los Santos musulmanes,
donde existen alegrías y errores, en diferentes grados. Las experiencias
de las diversas clases de los terrores y las agonías del infierno han sido
descritas por varios Maestros de diferentes grados. Este tema no es un
tema imaginario ya planeado, sino uno muy serio que merece reflexión.
Crease o no, el discípulo de un Santo no tiene nada que ver con ninguno de
estos lugares. Mientras sea fiel a su Maestro-Santo (Sant Satguru), ningún
poder de la tierra puede dañarle uno solo de sus cabellos.
Un verdadero discípulo de un Sant Satguru, con verdad-dice:
Yo tengo mis negocios con los Santos, y mi único
interés está con Ellos.
Con la mercancía que los Santos me proveen,
estoy liberado de toda alucinación.
El Ángel de la Muerte no puede ahora ni tan
siquiera tocar un solo cabello de mi cabeza,
Cuando todo el registro de mis acciones ha
sido arrojado a las llamas.
Además, se dice:
Invencible en verdad es el Ángel de la Muerte,
y nadie puede dominarlo.
Pero él es impotente en presencia de la
Corriente del Sonido del Maestro.
El Sonido mismo de Su palabra le sobrecoge
de terror y le hace huir,
Pues teme que el Señor de las Huestes le dé un
golpe de muerte.
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