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CAPÍTULO V
CÓMO ESCAPAR DEL KARMA
 


Nadie puede decir que ha nacido para sí únicamente, puesto que nadie puede ser una isla para sí solo. El servir al necesitado, al enfermo y al hambriento es también una actividad adicional más efectiva que tan sólo predicar. El "servir antes que servirse" remueve y enciende las brasas de la simpatía, la bondad y el amor. Estas virtudes tienen un gran poder purificante, depuran a la persona de toda su escoria y la hacen acreedora al más elevado conocimiento de la divinidad.

"El placer resulta sabroso después de haber servido", es un adagio bien conocido.

El principio de "no dañar" (ahimsa) se refiere a abstenerse no únicamente de matar, de ejercer violencia o de infligir un daño, sino que también incluye los malos pensamientos y las malas palabras. Aun cuando pueda no ser así por lo que a los brutos y las bestias se refiere, ahimsa infunde fortaleza en el ser humano, la cual no sólo sobrepasa muchas virtudes, sino que es la más elevada virtud, por encima de todas las demás.

El servicio rendido a buscadores sinceros del sendero divino es de mucho mayor valor que cualquier otro servicio. Las maneras de ayudar incluyen, entre otras, distribuir limosnas entre los verdaderamente necesitados e indigentes, ofrecer golosinas a quienes están ocupados en actividades extraordinariamente arduas en lugares inaccesibles, cuidar a los enfermos y asistir a los afligidos. Todas estas cualidades son de gran ayuda en el sendero y deben ser fomentadas y cultivadas mediante práctica asidua, por todos los medios posibles. Uno no debería, sin embargo, contentarse con eso solamente, sino que debe esforzarse por seguir adelante con la ayuda de estos procesos purificadores, por el camino hacia la liberación, como lo indica el Maestro.

El amor es la panacea para la mayoría de los males del mundo. Es la esencia o el meollo de todas las demás virtudes. Donde hay amor, hay paz. Ama y todas las demás bendiciones se te darán por añadidura, es el tema central de las enseñanzas de Cristo. El edificio entero del cristianismo esta cimentado sobre los dos principios gemelos de "Ama a Dios con toda tu alma, con toda tu mente y con toda tu fuerza" y "Ama a tu prójimo como a ti mismo".

Dios es amor y también lo es el alma humana, puesto que es una chispa proveniente de la misma esencia.
 

San Juan dice:

"El que no ama, no conoce a Dios; pues Dios es amor".

Y quien ama a Dios, ama también a sus hermanos.
Guru Gobind Singh igualmente puso énfasis en la necesidad primordial del amor:

"En verdad os digo, que Dios Se revela únicamente a quienes aman".

Un Santo musulmán dice:

Dios creó al hombre como una encarnación del amor.
Para Su glorificación, Sus ángeles eran suficientes.

Para coronar todas estas virtudes están la verdad y un vivir en rectitud. Uno debería, antes que nada, ser sincero con uno mismo. La dificultad en la mayoría de nosotros estriba en que nuestra mente, lengua y las acciones no se mueven al unísono. Tenemos una cosa en la mente, otra en la lengua y todavía otra más en nuestras manos. "Sed sinceros con vosotros mismos y de ello se seguirá, como la noche sigue al día, que no podréis ser falsos con hombre ninguno" (Shakespeare). Ustedes están en el cuerpo; Dios, la fuerza controladora, también está en el cuerpo. Sin son sinceros con ustedes mismos, no tienen por qué temer a nadie.

Antes de engañar a otros, primero se engañarán a sí mismos. "Rama no puede engañar a Rama", fueron las palabras de Swami Ram Tirath cuando alguien trató de prevenirlo de las actitudes engañosas del mundo. La verdad es la mas grande de las virtudes, pero la de vivir verdaderamente es más grande aún. Debemos tratar de llevar una vida nítida y pura en el templo del Espíritu Santo y no degradarlo con la falsedad y las lujurias de la carne, y así convertirlo en la guarida del demonio.

Comúnmente se cree que la prosperidad es fuente de paz, pero en realidad engaña a los tontos como un fuego fatuo o espejismo y pone en peligro al rico. Da rienda suelta a la mente. Y una vez que la mente se sale del camino correcto, descuidadamente comete pecados que acarrean consecuencias deplorables.

El absorber al "ser" por entero en el terreno de la suciedad mundana, en mente, palabra o acción, es un pecado horrible y su recompensa es la muerte.

El sendero que conduce al enriquecimiento mundano y el que lleva hacia Dios, están diametralmente separados el uno del otro. Uno puede tomar cualquiera de los dos, como uno quiera. La mente es una sola entidad que vincula al cuerpo con el alma, por un lado, y al cuerpo con el mundo y las riquezas mundanas, por el otro. Por eso tiene uno por necesidad que escoger entre las dos alternativas. Una vez que la suerte es echada, uno tiene por fuerza que consagrarse persistentemente a alcanzar la meta, sea cual fuere. La riqueza por sí misma no es ningún obstáculo en el camino de la espiritualidad, ya que es la herencia común de todos, de los ricos y los pobres por igual, y ninguno de ellos puede reclamarla como un regalo especial sólo para sí.

Todo lo que se requiere para triunfar en el Sendero es un deseo genuino, sinceridad de propósito, una vida pura y una constante y firme devoción a la causa. Un hombre rico debe, por supuesto, procurar no emplear medios indebidos para acumular sus riquezas, y utilizar sus tesoros honradamente adquiridos en propósitos fructuosos y no en derroches inútiles y efímeros. Debería siempre ver sus bienes como un depósito sagrado recibido de Dios con el objeto de ayudar al necesitado y al pobre, al hambriento y al sediento, al enfermo y al doliente, pues toda esa gente tiene un derecho qué reclamarle como seres humanos e hijos del mismo Padre.

Este fue el consejo dado por el sabio Ashtavakra al Raja Janak cuando después de otorgarle una experiencia práctica en la Ciencia del Alma, le devolvió el reinado que el rey había ofrendado a su Maestro preceptor, antes de su iniciación en el sagrado Sendero de la experiencia espiritual práctica. Le aconsejó que lo considerara como un regalo Suyo (del Rishi u Hombre-Dios) y que lo utilizara para mejorar la condición de su pueblo y su país que le habían sido confiados a su cuidado por Dios.

A menos que la riqueza lograda en forma honrada se utilice sabía y correctamente, uno está propenso a desviarse y volverse egocéntrico y ser un esclavo de su riqueza mal habida e inadvertidamente queda atrapado en las cadenas de oro que lo mantienen en cautiverio. Para prevenirnos de esto, Cristo expresó en términos bien definidos que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios. T.S. Elliot, ganador de un premio Nobel, dice: "No te preocupes de la cosecha, sino sólo de sembrar debidamente".

La siembra es por tanto de importancia primordial, ya que la calidad de la cosecha depende de la calidad de las semillas sembradas. Luego viene la adecuada atención, el proceso de humanización, que generalmente toma un largo tiempo, abarcando varias encarnaciones, y el cual depende del pasado de cada individuo. Pero con la adecuada clase de devoción constante y la gracia del Poder Maestro, uno puede fácilmente atravesar el Sendero que de otra manera sería difícil y tortuoso.

"Un Maestro perfecto, conocedor de las vueltas y los giros del camino", dice Kabir, "puede sin embargo llevar al discípulo por él en un momento". Un alma peregrina que tenga empeño sincero y un guía competente, puede fácilmente cruzar el océano del mundo, aún en medio de la vida mundana.

Aquellos que no se entregan diariamente a las prácticas espirituales internas Bhajan y Simran, siempre están en problemas. Interminablemente flotan sobre la corriente de los placeres lujuriosos. La práctica del desapego (vairagya) le ayuda a uno en el proceso de auto-purificación y gradualmente un discípulo se vuelve capaz de derribar el árbol Upas de incontables deseos, cortando primero las ramas y luego cortándolo de raíz.

Nadie está libre de culpa. EI hombre es hijo del error, y el error es siempre su credo. Aun cuando caer en el pecado es humano, el permanecer en él es diabólico. No es de ningún provecho el mantener en existencia mercancía mala. Es bueno nacer en un templo, pero morir en él es un pecado, pues tenemos que elevarnos gradualmente por encima de todas las formas y formalidades de la clase de kindergarten que todas las religiones sociales ofrecen y crecer en el resplandor de la espiritualidad. Tenemos que estudiar el Sendero, si queremos hacer divino el futuro y despertar en la Realidad del Más Allá.

Quien no piensa en el futuro pronto tendrá que lamentarse del presente. Los pecados y las penas son nuestros constantes compañeros y van juntos de la mano. Los pequeños errores gradualmente dan entrada a otros mayores, mientras que los que son confesados son medio corregidos.

El arrepentimiento auténtico seguido de buenas acciones mitiga mucho el sufrimiento. El hombre haría bien poco en favor de Dios, si el diablo estuviera muerto. Quien vive bajo la sombra de una calamidad inminente, vive lo mejor que puede, ya que se esfuerza al máximo. Encontrar faltas en los demás es muy fácil, pero reformarse uno mismo es lo más difícil, pues no vemos la viga en nuestros propios ojos. El temor de Dios es el comienzo de la sabiduría, y un peligro previsto es peligro medio-evitado. Quien está advertido, está de antemano armado.

Las personas ligadas al plano físico tienen que obedecer los mandamientos de algún Santo-Maestro "liberado", si es que quieren liberarse del engaño de la mente y la materia. Desháganse de la carga de todas sus responsabilidades colocándola a los pies de su Maestro espiritual, y la mortífera zarpa de los pecados irá gradual pero seguramente aflojando su garra sobre ustedes.

"Abandona todo lo demás y sígueme"

fue la exhortación del Señor Krishna. "Vengan a mí los que están cansados, y yo les daré paz", dijo Cristo. El discípulo devoto siente realmente que hasta el cuarto de enfermo es para él un templo de devoción. El Maestro bien versado en la práctica del Verbo Sagrado y competente para iniciar a otros en ella, es el Maestro verdadero y un guía perfecto (Murshid-i-Kamil). Cual apto y eficiente administrador, liquidaría todas las deudas y saldaría la cuenta y, como Jesús, aconseja: "No peques más". Similarmente, cuando un discípulo confesaba en congregación abierta una falta y anhelaba perdón, Hazur Sawan Singh Ji levantaba suavemente Su mano derecha y le decía: "Hasta aquí, y no más".

¿Entonces no deberíamos nosotros hacer nada? ¿Cómo puede ser eso? La respuesta es sencilla: en tanto que la mente sea la que mande, una persona no puede sino actuar, y tiene que actuar, aunque pueda restringirse en sus actos de acuerdo con el mandato de su Maestro y así cultivar por todo lado las virtudes más elevadas. Al no hacer nada el hombre gradualmente aprende a hacer el mal y, cual caja de Pandora, deja libre a los males que yacen sepultados dentro de él.

Si uno desea descansar sobre rosas, tiene que esforzarse por cultivar y hacer crecer rosas para uno mismo. Pero siempre actuamos al azar y con fines egoístas. No sabemos lo que deberíamos hacer ni de qué deberíamos abstenernos. El Santo Maestro es el Emperador Divino de su tiempo. Por medio de amor, guía, instrucción y ejemplo, El conduce a las personas a actos de devoción, reverencia y amor por los vínculos divinos (el Verbo, Naam, la Palabra o la Interna Voz de Dios, Kalma o Kalami-i-Qadim, Akashbani o Bang-i-Asmani) que El hace manifiesto en ellas.

Un Maestro no puede ser respetado por razón de Su mansión, pero Su mansión sí puede serlo a causa de El. Así el Santo es el más respetable, adorable y el más digno de toda reverencia. El da el contacto divino y una experiencia de olvidar por el momento nuestro ser físico. Entonces obtenemos vislumbres visibles de los eslabones divinos dentro de nosotros, y por grados obtenemos más y más vislumbres de la experiencia mística.

En Sus Satsangs o discursos espirituales, muchos de los pecados anteriores reciben absolución. En compañía Suya, sea en pensamiento, por correspondencia o en la meditación, se obtiene mucho beneficio en relación con los Karmas y las asociaciones pecaminosas. Aun cuando los pecados del ser humano parecen no tener fin, al mismo tiempo la inconmensurable misericordia en la vasta casa de los tesoros de Dios no tienen límite. En la jornada de la vida, sea cual fuere el lugar, la secta, el país o la sociedad en que uno se encuentre, su equipaje más importante consiste en el Verbo, Naam (la Palabra Sagrada) y en un contacto interno con los vivientes conductos de vida, la Luz de Dios y la Voz de Dios. Los diversos nombres de Dios que comúnmente conocemos y frecuentemente repetimos son meras palabras de nuestra propia acuñación para señalar la Realidad sin Nombre, que es un. Todo indivisible, indescriptible e inefable.

Sant Satguru o el Santo-Maestro es el Santo Padre. Viene desde lejos y para beneficio de todos, pecadores y virtuosos, pues ambos están igualmente atados con las cadenas mundanas, ya sean de acero o de oro. El ama a todos, y el amor conduce hacia el perdón. Nunca teman acercarse a El nada más porque Sean pecadores. El nunca permitiría ni enviaría a ninguno de Sus hijos al reformatorio o la prisión para su corrección, ni lo sometería a ninguno de los métodos degradantes. Un padre amoroso y bondadoso nunca lo haría. El Maestro mismo regañaría o aplicaría un ligero castigo corporal para corregir al hijo que se desvía y, sin embargo, permanecería siempre con él, aun cuando no fuere visto, sosteniéndolo desde el interior hasta que el breve período del problema haya pasado.

El Maestro actúa igual que un alfarero, quien al golpear suavemente con el mazo el exterior de la jarra sobre el torno, para darle la forma adecuada, al mismo tiempo mantiene la otra mano dentro de ella para evitar que se rompa, El amor del Maestro es ilimitado. El reino de un Darvesh (Hombre-Dios) es un reino de gracia.

El deber del superintendente de una prisión es mantener a los presos recluidos, castigarlos y reformarlos. De manera similar, el objetivo de las deidades y encarnaciones divinas (avatares) siempre ha sido el mantener a los seres humanos sujetos a ellos, al derramar sobre aquellos los dones de los diversos ridhis y sidhis. (Esto se refiere al otorgamiento de obsequios, dones, favores, riqueza, tranquilidad, comodidad en las ocupaciones mundanas, y a la concesión de poderes sobrehumanos para hacer el bien o hacer daño). Estas limitadas salvaciones y comodidades que otorgan a sus devotos no llegan sino hasta la etapa que ellos mismos han alcanzado, y pueden siempre permitirles una estancia cercana a ellos en las diversas regiones donde presiden. No pueden ayudar al logro de la unión con el Todopoderoso porque estas potencias subordinadas están ellas mismas privadas de este privilegio más elevado.

Los sidhis o poderes extraordinarios antes mencionados son poderes yóguicos que por si mismos les llegan a los buscadores de la Verdad con un poco de práctica (sadhan), pero son un impedimento positivo en el camino hacia la realización de Dios, pues uno generalmente se ve tentado a hacer milagros como leer el pensamiento, profetizar, practicar la transvisión, la transpenetración, la realización de los deseos, la curación espiritual, los trances hipnóticos, las influencias magnéticas y otras cosas parecidas. Estos sidhis son de ocho clases:

Anima . . . . . . . Hacerse invisible a la vista externa.
Mahima . . . . . . Extender el cuerpo a cualquier tamaño.
Garima . . . . . . Hacer el cuerpo tan pesado como se desee.
Laghima . . . . . Hacer el cuerpo tan liviano como uno quiera.
Prapti. . . . . . . . Conseguir lo que uno quiera con sólo desearlo.
Ishtwa . . . . . . Lograr todas las glorias para sí.
Prakayma . . . . Ser capaz de realizar los deseos de otros.
Vashitwa . . . . ., Colocar a otros bajo su influencia y control.

Un Mahatma práctico, en cambio, al tener acceso al dominio más elevado, perdona, libera y concede la entrada al Reino de Dios durante la vida de uno, siempre y cuando naturalmente, esté uno completamente decidido a rendirse ante El y a obedecerle con amoroso y sincero corazón3.
3. Para detalles, véase el apéndice II, al final del libro, página 119.

Esto es realmente una tarea difícil para aquellos que están habituados a obedecer los dictados de su mente. Es propio de la fluctuante naturaleza de la mente inculta e incontrolada el aceptar una cosa en un momento determinado y rebelarse en contra de la misma en otro momento. Los Santos como Maulama Rumi van aún más lejos, como para decir:

Ven, ven otra vez, y todavía una vez más,

aunque hayas roto mil veces tu compromiso;
Pues siempre hay un lugar para ti en la gracia
salvadora de un Santo-Maestro.

Una vez que pertenezcan al Maestro, El nunca los abandonará, aunque puedan sucumbir a la debilidad en un momento de prueba y tribulación, y Le abandonen o se desvíen del Sendero. El Poder Crístico ha declarado:

"Nunca os abandonaré ni os dejaré desamparados hasta el fin del mundo".

El Maestro tiene Su propia ley de amor y misericordia para tratar con cada uno en cualquier momento, aun cuando uno prolongue su curso de auto-disciplina al rechazar el amor del Maestro. La fuente de toda paz y gloria yace por sobre el cuerpo físico y adentro del ser humano. Quien no tenga paz interna deberá dar alimento apropiado al ser, la mente y el alma. El Verbo o Naam es el verdadero "Consolador", el otorgador de paz y el que da tranquilidad y salvación. El significado corriente de la palabra "salvación", no debería tomarse como una simple liberación del pecado. Es liberarse uno mismo de los ciclos de nacimiento y muerte, la unión del espíritu con el Señor, y una vida espiritual en la Eternidad.

El hombre ordinario se burla de la salvación. También lo hacen así diversos círculos sectarios. Los fundadores de las diversas órdenes religiosas relataron sus propias experiencias en las regiones internas a que habían tenido acceso, y las describieron como el punto culminante o meta final de la salvación y la vida eterna.

El Santo-Maestro es un visitante de todas las regiones celestiales y describe Su posición verdadera a veces en forma de parábolas. En palabras nada ambiguas, declara: "Yo soy la Luz del mundo; aquel que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la Luz de la Vida". Los Santos, entonces, están en favor de la salvación eterna en la vida presente de uno y no después de la muerte, pues ¿Quién sabe lo que pueda ocurrir entonces? La salvación después de la muerte podría resultar un mero espejismo a la larga y no es bueno pasarse la vida en un estado de perpetuo y continuo suspenso. Si la muerte es una condición previa, entonces la salvación no es sino un invento de nuestra imaginación.

Un Santo verdadero libera al alma de todo el cautiverio de los nacimientos y muertes, aquí mismo y ahora. El confía en la "muerte-en-vida" o la liberación durante el lapso de nuestra vida, lo que técnicamente se llama "jivanmukti". El alma puede entonces comulgar con el Inefable mientras permanece en el cuerpo y finalmente se funde en el Dios Todopoderoso en el momento de la rotura final de las cuerdas internas.

Generalmente se cree que uno obtiene la salvación después de la muerte física. El término "muerte", sin embargo, significa e incluye el retiro temporal y voluntario de la corriente del espíritu desde el cuerpo físico, y no sólo la desintegración y descomposición final de las partes componentes del cuerpo físico, como se acepta en el lenguaje común. Es absurdo pensar que quien ha pasado su vida entera entregado a las cosas mundanas, instantáneamente se convertirá en un alma liberada al morir.

Los devotos espirituales moralmente disciplinados sí logran la salvación mientras están vivos (en el cuerpo físico) y así conquistan a la muerte, el último enemigo de la humanidad, durante su vida. "Sin embargo vivo; más ya no yo, sino Cristo vive en mí" declaró San Pablo. Un pandit (erudito en las Escrituras) en vida sigue siendo pandit después de la muerte también, decía mi Maestro.

Terminar con los Karmas y liberar al alma de todos sus grilletes, no es la tarea de ningún político, diplomático, hombre de estado o ministro, de ningún gobierno. Hasta los avatares (encarnaciones de la fuerza Superior) son impotentes a este respecto. Los dioses y las diosas que representan las fuerzas inferiores del Ser Supremo, también tienen, como se explicó antes, que esperar un nacimiento humano, antes de poder alcanzar lo más elevado.

Aquellas almas que no están bajo la protección de un Maestro genuino o un Sant Satguru todavía llevan sobre sí la pesada carga Sanchit, Kriyaman y Pralabdha. En cuanto al Karma-destino o Pralabdha, los no iniciados en la Ciencia del Más Allá obtienen apenas un escaso alivio, pues tienen que soportar en toda su intensidad sin ningún atenuante. Y en cuanto a los Karmas Kriyaman o Sean las acciones ejecutadas durante la vida presente siguiendo los dictados de la mente, ellos tendrán que cosechar irremediablemente y en su totalidad sus frutos. Esta es una rigurosa e inexorable ley, créanlo o no. No hay ninguna excepción en la ley del Karma, trabaja implacablemente, triturando a todos por igual en el molino del tiempo.

Nuestras acciones, buenas o malas, serán presentadas ante Su Corte,
Y por nuestras acciones propias seremos elevados o lanzados a las profundidades.
Para aquellos que han comulgado con el Verbo, sus penas cesarán;
Y sus rostros brillarán de gloria,
Y no sólo tendrán ellos salvación ¡Oh Nanak!
Sino que muchos más encontrarán la liberación con ellos.

Es, por lo tanto, de la más grande importancia, que debamos buscar a un Maestro competente para acabar con el que, de otra manera, sería interminable ciclo de
Karmas, y buscar refugio a Sus pies de loto, liberándonos así de la hechicera influencia de nuestras propias acciones.