El Maestro Kirpal Singh dice:

Cuando llegamos con una mente abierta a estar en presencia de un Maestro verdadero, uno encuentra que olas de consuelo flotan hacia nosotros y se siente que algo elevado surge dentro de nuestro ser. El aura personal del Maestro tiene un maravilloso efecto. Sus palabras, al estar cargadas de elevada espiritualidad, penetran en lo más hondo del corazón de quienes escuchan, y nunca dejan de tener efecto.


          Los Hombres-Dios hablan con una autoridad nacida de la convicción, porque Ellos tienen el conocimiento directo que proviene de la comunión directa con la Fuente Original o Causa Universal.


          Ellos hablan desde el punto de vista del alma, a la cual no tiene acceso la erudición filosófica. Todos los Santos han confirmado esta verdad. Cuanto más se entregan ustedes a búsquedas literarias, tanto más se pierden en el yermo del conocimiento teórico. Hay más verdad en la charla del Maestro de la que pueden mostrar todas las palabras de la erudición filosófica. Hasta donde se pueda, tenemos que usar todos esos recursos de la mejor forma posible, pero no perdernos en ellos, porque: “El razonamiento es la ayuda y el razonamiento también es el obstáculos”.


          Un Maestro Verdadero es el que bebe por sí mismo el Agua de Vida, y la ofrece también a los demás, tiene la capacidad de abrir el ojo interno de los aspirantes para que puedan ver la luz de Dios, y les destapa los oídos internos para que puedan escuchar la Voz de Dios, -el Principio del Sonido- que reverbera en toda la Creación.


“En verdad, un Maestro Verdadero aparta el velo del ojo y permite vislumbrar la verdadera morada”


Además:


“A quien pueda mostrarnos la morada de Dios en el cuerpo,
¡oh!, tómenlo en verdad por un Verdadero Maestro”
“La gloria del Sadh, ni los Vedas pueden comprenderla totalmente”
                              Gauri M.5

 


         
Esto dificulta toda descripción; por ello, naturalmente, los Santos hacen más hincapié en la propia experiencia personal. Ellos llegan al punto básico o central de todas las religiones, partiendo de los dichos de los Santos de todas las denominaciones. Los Hombres-Dios no se fijan en las apariencias externas ni en las vestimentas distintivas de las diversas órdenes, sino que aceptan los verdaderos valores de la vida.


          Ellos no interfieren con las fes ancestrales que profesan sus discípulos, ni con la forma de su vida social. Por el contrario, exhortan a que todos permanezcan en sus grupos sociales y religiosos, aprendan el significado espiritual de la vida y vivan de acuerdo a él.


         No establecen nuevos credos o nuevas religiones. Quienes buscan la elevación espiritual interna pueden sacar provecho del Hombre-Dios sin abandonar los credos que profesan. Pero los Santos no abogan por la idea de buscar una vida más elevada a través de conocimientos objetivos. Ellos consideran que el cuerpo humano es el Templo de Dios, e instruyen a sus discípulos para que Le encuentren ahí practicando la ciencia del Verbo Sagrado.


“En verdad, este cuerpo es el Templo de Dios con el Verbo manifestado en él.

Para el ignorante, Dios vive separado del hombre y es inaccesible”

                                                            Parhati M.3