Regresar al  índice

 

 

 

LA REINA DRAUPADI

Y EL SABIO ERMITAÑO

 

 

 

uando   la  Gran  Guerra de la antigua India, conocida

como Mahabarata terminó, el Señor Krishna aconsejó  a los Panadavas, los cinco hermanos que habían iniciado la guerra, que propiciasen una  gran fiesta sacrifical conocida como Ashvamedh Yag con el objeto de ofrecer penitencia por las matanzas ocurridas. El Señor Krishna, les dijo  también que el Yag o sacrificio debería considerarse un éxito solamente si al final de él, podían escuchar el divino sonido de la campana que baja del cielo.

 

         Los Pandavas invitaron a todos los hombres de Santidad...Rishís, Munís y Brahamínes, de todas partes del país. Pero al final de la fiesta, no se oyó la campana. Se sintieron muy abatidos cuando incluso después que el Señor Krishna distribuyó el alimento, la campana no se escuchó.

 

         Cuando le pidieron al Señor Krishna  que por medio de su visión interna averiguara quién había sido omitido en la festividad, este les dijo:

 

         “Pandavas, hay un hombre Santo de casta inferior llamado Supach, que vive en aquel bosque y que año tras año permanece allí en meditación, alimentándose solamente de hojas cuando siente hambre”. “Supach, debe también ser invitado a vuestro  Yag porque éste será un éxito solamente después que este hombre haya comido aquí”.

 

         Como los Pandavas, que eran príncipes reales, estaban llenos aún de orgullo de su real linaje, pensaron que posiblemente el pobre Santo no sabía que ellos estaban ofreciendo una gran fiesta con alimento gratuito. Demasiados orgullosos para ir ellos mismos a invitarle, enviaron a un oficial en busca de él, pensando que tan pronto como fuese informado de la fiesta sacrifical que estaba celebrando, acudiría de inmediato tal como las moscas se aglomeran entorno a un montón de azúcar. Pero el Sabio no acudió:

 

         Entonces, los cincos Pandavas fueron en persona a invitarle. Pero él se negó diciendo:

 

         “Yo no compartiré de vuestro alimento a menos que se me dé el mérito de realizar ciento una Ashvamed Yagyas”.

 

         Los Pandavas regresaron desesperados porque, si ellos no habían tenido éxito en realizar una Ashvamed Yagya. ¿Cómo podía dar a Supach  los méritos de ciento una Yagyas?

 

         Al ver a los Pandavas tan abatidos, la Reina Draupadi, preparó con sus propias manos una cantidad de platos deliciosos. Con los pies descalzos, se presentó a donde el ermitaño y con gran humildad y dulzura, le invitó a visitar a su casa. El contestó imponiéndoles las mismas condiciones que había impuesto a los Pandavas, Draupadi replicó:

 

         “Yo he oído de Sabios como tú que cuando una persona que tiene fe y amor, va a ver a un Sabio, ésta persona obtiene el mérito de un Ashvamed Yagya a cada paso que da hacia el Sabio. De manera que, del mérito  que he obtenido al venir aquí, puedes tú conservar el mérito de ciento una  Ashvamed Yagyas y  dejar el resto para mí”.

 

          Al oír esto, no le quedó al Sabio otro recurso que acompañar a  Draupadi.

 

Cuando el alimento le fue servido a Supach, éste lo mezcló y empezó a comer. Al verle Draupadi hacer esto, pensó:

 

         “Bien, después de todo, Supach es una persona casta baja, y no puede apreciar la delicadeza de la deliciosa comida que tanto trabajo me costó preparar para él”.

 

         Pero, incluso cuando Supach terminó de comer, la campana no sonó y todo el mundo se sintió perplejo y abatido. Los Pandavas le rogaron al Señor Krishna:

 

         “Por favor. ¿Cuál es ahora el problema? ¿Qué lo que se interpone en el camino?”.

 

         “Pregunten Uds. A la Reina Draupadi”, dijo el Señor Krishna. En su mente y sus egoístas pensamientos los que son responsables de que la campana no  haya sonado”.

 

         Y siguió diciendo el Señor Krishna:

 

         “La razón principal para que Supach haya mezclado los alimentos en la forma que lo hizo, no fue por falta de apreciación o porque trata de mejorar lo que Draupadi había preparado. Los Santos o bien mezclan los alimentos como lo hizo Supach o bien retiran su atención hacia lo alto. El resultado es que no importa que la comida sea buena o mala. Que sea dulce o amarga o que tenga sal o no la tenga, ellos no tienen que regodearse en el Sabor de ella”.

 

         En el momento en que Draupadi se dio cuenta de su error, humilló de inmediato su mente y oró pidiendo perdón por su orgullo y egoísmo. Y en ese momento, se escuchó el sonido de la campana.

 

         Gritando de alegría, Draupadi exclamó:

         Oh, Señor Krishna, gracias te doy por esta lección:

         De aquí en adelante seré humilde, porque tal como nos acabas de enseñar, la humildad es el camino hacia el Señor”.

 

         Sabios y ermitaños con su presencia honran el Yag de Rey, pero de Supach sin la presencia, de la campana el sonido, nadie oirá.

 

De su casta o de su rango Oh Paltu.

Que nadie se envanezca. El amor solamente,

cuenta en la corte del Señor”.

                                                               Paltu.

 

En la corte de Dios, nadie

pregunta por casta o por credo.

Aquel que ama a Dios, suyo es.

                                                               Kabir.

 

Tus acciones decidirán tu destino,

y tu casta, para nada contará.

                                                               Bulleh Shah.

 

A ese lugar en donde el saldamiento de cuentas

se produce el cuerpo y la casta no van. 

                                                               Guru Nanak.

 

Buscando refugio a los pies de un Santo,

muchos de baja casta han cruzado de lo fenoménico el océano.

Y Muchos Por su elevada casta sin embargo,

por su orgullo se han hundido.

                                          Tulsi.