Regresar al  índice

 

 

 

MAJNUN Y LAILA

 

 

ajnun, un hermoso,  valiente,  y  recto  joven  era  muy

devoto admirador  de la hija del Rey de Persia, la princesa Laila. Y tan profundo era el amor de Laila  por  Majnun,  que convenció a su padre el Rey para que este diera orden que cualquier cosa que Majnun deseara de las tiendas de Bazar de la ciudad, debía serle entregado y que el pago de ello se haría del tesoro Real. Este anuncio fue hecho a todos los comerciantes de la ciudad.

 

         Para él, Majnun no deseaba objetos mundanos porque su corazón estaba lleno de fuego espiritual. Pero cuando los vagabundos y vagos de la ciudad oyeron la orden del Rey, todos ellos adoptan nombres de Majnun y empezaron a llevarse todo aquello que quisieron de las tiendas. Como resultado, no pasó mucho tiempo antes de que el comercio fuera saqueado y las tiendas estuvieran vacías.

 

         Los mercaderes fueron todos al palacio del Rey y dijeron:

         “Oh Rey, es posible que haya un Majnun, incluso es posible que haya dos o diez. Pero no nos parece posible que hayan cientos e incluso miles de Majnuns. Están saqueando la ciudad a diestra y siniestra y debes poner Fin a esto”.

 

         A esta queja, el Rey replicó:

        “Voy a consultar con Laila y elaboraremos un plan para poner fin a este gran engaño y falta de honestidad”.

 

         Yendo a donde Laila, el Rey le preguntó:

         “Es  Majnun un hombre, dos hombres o más? La ciudad está llena, de Majnuns y han saqueado todo el comercio”.

 

         Inmediatamente, Laila  comprendió lo que había sucedido y le dijo a su padre:

         “Deja esto en mis manos. Voy a librar a la ciudad de impostores que se hacen pasar por Majnun. A más tardar mañana verás los resultados de mi plan”.

 

         Laila envió entonces en busca del capitán de su guardia personal y le ordenó:

“Envía a tus soldados inmediatamente por toda la ciudad. Que vayan precedidos de heraldos  con sus tambores y que anuncien por todas partes, que mañana  iré al Bazar con una daga en mi mano, a apropiarme de una libra de la carne de Majnun”.

 

Apenas los soldados hicieron este anuncio, todos los falsos Majnuns desaparecieron como por arte de magia y solamente quedó presente, el verdadero Majnun.

 

Pocos son los sabios (como Majnun) que apartan su corazón de los objetos mundanos y dedican su tiempo a acumular riquezas para la vida del Más allá antes de abandonar este bajo plano terrestre.         

                                                           Ansari de Herat.