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EL ARCO Y FLECHA DEL SEÑOR INDRA

 

 

abía   una   vez  un  renombrado  Rishi o sabio que era

 tan dedicado a su meditación espiritual que el Señor Indra, el más grande entre los Dioses, llegó a temer que algún día le arrebatara su trono en el cielo. Pensó para sí mismo:

 

         “Debo trazar algún plan que mantenga a raya a este gran Rishi y demorar su progreso hacia los mundos celestiales”.

 

         Pronto se le presentó una idea y, actuando de acuerdo a ella, se disfrazó de cazador y portando un arco y flechas, fue a la tierra a ver al Rishi. Inclinándose profundamente ante él, el señor Indra le dijo:

 

         “Oh hombre Santo, soy un cazador y debo hacer una larga jornada a pié. Si quieres hacerme un favor, te quedaría inmensamente agradecido. Tengo conmigo un arco y flechas que no voy a necesitar y que me sería muy engorrosos llevar en mi viaje. Tendrías tú la bondad de guardarlos aquí hasta mi regreso?”.

 

         “Un arco y flechas”, exclamó el Rishi: “Pero si eso se usa para matar animales. Lo siento mucho mi buen hombre, pero me dolería el solo ver semejante cosa”.

 

         “Pero, por favor, considera reverendo Santo”, rogó el cazador. “Si me permites sugerir una idea, el arco y las flechas podrían quedar en la parte trasera de  la casa. Así tú nunca tendrías que verles y al mismo tiempo me ahorrarías una cantidad de molestias”.

 

         Los Rishis son personas llenas de compasión y por lo tanto, éste accedió a los ruegos del cazador. El arco y flechas quedaron en la parte trasera de la casa y el cazador se marchó.

 

         Cuando el Rishi terminaba sus meditaciones y salía de la casa para dar un paseo, veía por lo general, las armas que el cazador había dejado. Finalmente un día pensó:

 

         “Me gustaría ver cómo opera esta cosa”.

 

         Y tomando el arco, colocó una flecha en la cuerda y la disparó al aire. Se sintió muy sorprendido de ver cuán lejos la flecha volaba. En adelante no pudo resistir la tentación de practicar con el arco y la flecha un poquito más cada día. Al final llegó a gozar tanto del deporte, que para abreviar la historia, llegó  a convertirse en un ardiente cazador. De esta manera, el objeto al que no quería mirar, se convirtió para él en una fuente de placer.

 

         Todos los Santos han enseñado que esta es la forma en que la mente tan amante del placer gusta de actuar. Si uno le da cuerda, nunca podrá controlarla. La mente tiene un gran ejército que consiste de los diferentes sentidos y sus deseos, y cada uno de estos sentidos está constantemente operando en la mente y tratando de que se le dé las gratificaciones que ansía. Si la mente no está bajo control, los sentidos la abrumarán y serán finalmente la causa de que uno sea descarriado.

 

 

Tanto como las olas del mar, los deseos e impulsos

De la mente son. Acallándolos siéntate con todo tu

Ser dirigido hacia el espíritu.

                                                Dadú

 

 

La mente no se da cuenta y esclavizada es

Por sus propias tendencias.

                                                          Guru Nanak.